Desde el lunes
tenemos el pintor trabajando en casa, y en coincidencia yo estoy en plan de
reposo y medicación, por culpa de una lumbalgia aguda. Entre mano y mano de
pintura, he recibido un volumen importante de información no solicitada, de
orden trascendente.
Eduardo, el pintor,
es un profesional; así lo anuncia en un texto impreso en su camiseta de faena.
El texto dice así: «¿Brico… qué? Yo soy
un PROFESIONAL» Eduardo es, además, un adepto a todas las teorías de todas
las conspiraciones. Fue desenrollando la madeja poco a poco, en nuestras
charlas. Empezó por lo más obvio, Lady Di, que fue abatida por los 007 de los servicios
secretos británicos gracias a una bomba minúscula adherida al neumático trasero
del automóvil. Indetectable, porque después del choque todo parece consecuencia
de un reventón normal.
También hubo
conspiración en el caso del papa Luciani. Todo fue dirigido por ese alemán, o polaco,
que vino después, el Kissinger (o bien quiso decir Ratzinger, o la trama tuvo
en este caso connotaciones insospechadas), respaldado por “los tres mil de la
curia”.
– Y el de ahora, ya
se puede andar con cuidado de que no lo enfilen.
Ya metido en el
tema, me habló de una señora amiga suya que viaja todos los años a la India
para visitar la tumba de Jesús de Nazaret en Bombay.
– Pero cómo en Bombay…
Sí hombre, ahí fue
a parar en realidad, todo el montaje de la resurrección fue pura propaganda.
Jesús tenía buenos amigos en la India desde aquella temporada en la que
desapareció y nadie sabía dónde estaba, “entre los treinta y los treinta y tres
años”. El blackout de los Evangelios sobre esos años es, según Eduardo, muy
significativo.
Hasta ahí le seguí
con tan solo algunas reservas mentales, pero luego me desarboló con la teoría
de que todos los actos de nuestra vida dependen de los planetas.
– Ahora mismo nos
atraviesan por todas partes miles de isótopos emitidos por los planetas. Desde
que naces te están atravesando isótopos que circulan en todas direcciones. Esto
se ha descubierto recientemente. ¿No lo sabías?
– No.
– Me extraña, con
todo lo que has leído.
El día, el lugar y
el modo de nuestra muerte están determinados por las idas y venidas de los isótopos.
– Tú crees que es
un cáncer, o un atropello por un autobús, y en realidad son los planetas los
que lo controlan todo.
El mundo es una
gran conspiración; la religión, otra; la política, más de lo mismo. Eduardo no
votó en las pasadas elecciones y tampoco piensa hacerlo en las próximas. Para
qué, si no va a cambiar nada.
– Tú eres un
anarquista en el fondo, Eduardo – le digo. No está de acuerdo.
– Todos los
políticos son malos, pero esos son lo peor de lo peor.
– Hombre, no, los
peores tienen que ser los del PP, con lo que roban.
Tampoco está de
acuerdo.
– Roban porque
pueden, porque está en la naturaleza humana. Si tú estuvieras donde están
ellos, también robarías.
Es lo que se llama
un argumento “ad hominem”. Le digo que no puede demostrar eso, y me responde
que sí puede. Renuncio a discutir, él cuenta con todos los isótopos a su favor.
Además del antiinflamatorio para la lumbalgia, me tomo una paraceta para el
dolor de cabeza.