miércoles, 11 de mayo de 2016

CAER EN LA RATONERA QUE UNO MISMO HA FABRICADO


¿Pero qué pinza?, me pregunto al leer el siguiente titular de elpais: «El PSOE intentará sobrevivir a la pinza entre Podemos y el Partido popular.» ¿Ven fantasmas Anabel Díez, Francesco Manetto y Javier Casqueiro, firmantes del artículo y responsables, se supone, del titular?
Ven fantasmas, en efecto. El artículo comienza así: «Mariano Rajoy y Pablo Iglesias quieren convertir las elecciones del 26-J en una segunda vuelta del 20-D.» Vaya sorpresón. Independientemente de lo que quieran Rajoy e Iglesias, ¿de qué otra manera puede definirse el 26-J sino como una segunda vuelta del 20-D? Una segunda vuelta en la que los partidos concurrentes deberían esforzarse en prescindir de floreos retóricos y renovar o afilar las ofertas hechas entonces al electorado, so pena de ver gravemente erosionada su candidatura.
Pero a todo esto, ¿dónde está la pinza? Así la explican los tres periodistas: «Las estrategias no coordinadas del PP y Podemos coinciden en hacer del PSOE el adversario al que se le pondrán las máximas exigencias y condiciones pero como un actor secundario.» Vale la precisión de que las estrategias de Rajoy e Iglesias “no están coordinadas”; sostener que sí lo están, habría remitido a los tres autores al Psiquiátrico por un ataque furioso de paranoia. Pero si se examina su argumentación, resulta claro que la “coincidencia” entre PP y Podemos-IU (sigue elpais su línea habitual de ignorar la presencia y el protagonismo, poco o mucho, de IU) se reduce a que se consideran recíprocamente como el enemigo principal, mientras que tanto PSOE como C’s han quedado, por el momento, arrinconados en un ángulo del ring en el segundo asalto de este largo combate de catch a cuatro.
No es una pinza, es una mera consecuencia de lo que ha ocurrido antes. No hay ninguna pretensión maquiavélica, por parte de nadie, de considerar los comicios de junio una segunda vuelta de los de diciembre: es la realidad misma. En diciembre, Sánchez se propuso sacar el mejor partido posible de su condición de second best capaz de atrapar voluntades en ambas direcciones del espectro político. Es un hecho que fracasó en el intento por la falta de recorrido de su intento de forzar a Podemos y sus secuelas a un papel de comparsas, mientras Rivera ejercía de invitado estrella de la comandita.
Sánchez debió haber intuido entonces que un fracaso tendría consecuencias, y esforzarse más en alcanzar un pacto de gobierno o de investidura que habría agradado a todos; pero se cerró en banda, confiado en poder echar las culpas de la falta de consenso a Pablo Iglesias. Es lo mismo que sigue predicando ahora: «Iglesias no quiere gobernar sino ganar al PSOE.» Un pobre intento de transferencia de responsabilidades. Ocurre que Sánchez, Ferraz y sus portavoces oficiosos en elpais sa, se han dado cuenta de pronto de que su estrategia fallida en primera vuelta puede condenarles a la irrelevancia en la segunda.
Quisieron cambiar el gobierno pero dejar intacto el sistema. La consecuencia es que el votante escarmentado percibe que votar al PSOE no es solución para nada de lo que está en juego. Fabricaron una ratonera para atrapar en ella a lo que se movía a su izquierda, y corren el riesgo de meterse por su propio pie en esa misma ratonera.
La prueba de que no hay pinza es la novedosa propuesta de Iglesias de aunar fuerzas para ganar el Senado con candidaturas conjuntas. Desde el PSOE han contestado con un seco “no, gracias”, y recordado que ellos tienen un proyecto autónomo. Harán bien en reflexionar sobre las características y los límites de ese proyecto, y de reconsiderar su negativa a desalojar de una vez por todas a los populares de las posiciones de fuerza en las que están atrincherados. (¿Hay que recordar que el Senado está sirviendo de refugio idóneo para aforados perseguidos por corrupción, como Rita Barberá?). La alternativa “autónoma” del PSOE a unas candidaturas conjuntas con los radicales, los extremistas y los amateurs de la política, puede tener resultados bastante peores. Para el PSOE y para el país.