Un Partido Popular
de capa caída encamina su vía crucis judicial hacia un congreso de renovación,
y fía por primera vez el liderazgo de la organización a unas primarias abiertas a los afiliados. El candidato Feijoo aparecía en los prolegómenos como el favorito in pectore de consenso, pero faltará a la cita por razones no explicadas aunque le
provocaron algunas lagrimillas discretas ante las cámaras de los telediarios.
Quedan entonces frente a frente y prácticamente en solitario la Lola y la Zoraida, las
dos chulapas aupadas al primer plano de la política por Don Hilarión Rajoy. (Esto
será una verbena genuina. Les recuerdo el subtítulo que colocó don Ricardo de
la Vega a su zarzuela en un acto y tres cuadros La verbena de la Paloma, con música de Tomás Bretón: El boticario y las chulapas, y celos mal
reprimidos.)
Pues eso. «No tengo
nada que transmitir a los candidatos. La vida continúa», ha dicho el señor
registrador de la propiedad cuando se dirigía a ocupar su puesto de trabajo,
muchos años después y tras cubrir el trámite del pelotón de fusilamiento. No se
le ve contento, ni en paz. Algún resquemor oculto le corroe, tal vez el mismo
que al ex candidato Feijoo, gallego como él.
En ausencia de
ambos próceres, los pronósticos auguran que la primacía inter pares se decidirá entre la morena y la rubia, hijas adoptivas
ambas del pueblo de Madrid. Cospedal apela a la Legión y reivindica “victoria,
victoria, victoria”. Sus huestes son las del posfranquismo más rancio. Puede
que venza, pero no convencerá. Santamaría capitanea el grupo liberal, y está
más familiarizada con la gestión de las cosas y con el arte de comerse marrones
sin descomponer el gesto. Puede que convenza más, pero difícilmente vencerá.
Las dos, a coro, reivindican la buena, la vieja, la inconfundible política de
campanario, cocinada a fuego lento en horno de leña y evitando por todos los
medios legítimos e ilegítimos dar dos cuartos al pregonero.
Con cualquiera de
las dos como vencedora, al partido alfa le costará centrar de nuevo la atención
de un país que está ya mirando en otras direcciones.