Falta por concretar
carteras importantes. Una de ellas es la de Trabajo, nada menos (¿volverán a darle este nombre, en lugar de rebajarlo a Empleo?); otra, la de Justicia. Margarita Robles desea
seguramente ocupar esta última, es lo suyo; y seguramente también no es la persona más indicada, si
lo que se desea es no empezar a levantar ampollas de inmediato en un estamento
tan corporativo.
Faltan cosas por
concretar, a fecha de hoy, y son cosas muy esenciales; pero hasta el momento el gobierno monocolor
de Pedro Sánchez pinta bien. La prensa destaca por encima de todo su carácter paritario en cuestión de sexo, pero la
clave no es esa. La paridad es un concepto cuantitativo. Bien está, pero mayor
importancia hay que dar a los currículos y a las hojas de servicio, porque una
composición paritaria puede esconder una distribución descompensada, de cargos
clave para unos y floreros para unas. No es el caso.
No entraré en la pormenorización
cartera por cartera, persona por persona; mis razones tengo para ello. Quiero señalar la norma general de
la consistencia de las personas designadas, y su capacidad demostrada para
moverse con eficacia en márgenes de actuación muy estrechos y para afrontar con claridad de ideas situaciones
de riesgo. Yo diría que no hay fantasmones ni logreros en el equipo de Sánchez,
y la regeneración que se propone a partir del borrón y cuenta nueva iniciado
con la moción de censura tenía que empezar por ahí. Hablar en estos momentos de
“programa, programa, programa” en relación con las tareas del ejecutivo
entrante en una legislatura demediada, sería sin duda soñar tortillas, como se dice en esta tierra. No serán
grandes discursos ni grandes proyectos lo que abrirá brecha, sino la capacidad
para establecer en un plazo acortado cabezas de puente sólidas que posibiliten un posterior tránsito
razonable hacia otra cosa.
No es mucho
considerado en sus propios términos, pero hacía años que no veíamos tanto
futuro y tan atractivo delante de nosotros.
Pinta bien.