viernes, 29 de junio de 2018

VIDA PRECARIA


(A una amiga)

No es tu casa la que está hipotecada; es tu persona. Lo precario no es tu trabajo; es tu vida. No te sobra mes al final de tu sueldo; te sobra mes también mientras el sueldo aún te alcanza.
Vives una vida demediada; te ves forzada a recortar tus horizontes y tus espacios de libertad, para ajustarlos a unos ingresos insuficientes por un trabajo indecente con una exigencia de dedicación desmesurada.
Valoras por encima de todo tu libertad, pero es también una libertad demediada, menos que demediada puesto que no depende de ti. Un telefonazo de la ETT determina tus expectativas para mañana, para el próximo fin de semana, para la semana entrante, apenas para nada situado más allá: será echar horas como un reló para disponer de algo de tela con lo que hacer planes, o bien dedicarte durante una temporada a equilibrios para vivir del aire.
Tu ámbito de libertad, muy reducido, está situado además enteramente al margen de tu vida laboral. Tu vida laboral, para expresarlo con claridad, no es vida; tu libertad en el entorno laboral no llega ni siquiera a la libertad interior del prisionero que organiza su tiempo vacío de reclusión con un mínimo de autonomía. Tu tiempo de reclusión no es tuyo, tampoco; viene marcado por los plazos establecidos y sobrecargado por exigencias imperiosas de productividad abstracta, venidas de fuera.
Mantienes intacta la rebeldía, conservas tus derechos inalienables de ciudadanía y tu libertad ─de la que haces un uso libérrimo─ de expresión. Magnífico. Pero eso ocurre fuera del lugar de trabajo, claro. En tu exigente horario laboral no son concebibles ni rebeldía, ni derechos, ni expresión libre, a menos que quieras verte en la puta calle en un santiamén.
¿Es este un mundo libre? Rosa Luxemburgo dijo que la única libertad de expresión que importa es la de quien no piensa como nosotros.
De forma análoga, es plausible (ya ha sido dicho) afirmar que la libertad “de” trabajo y “en” el trabajo es la piedra de toque de toda la libertad que se predica de las personas humanas.
La determinante. La única que importa en último término.