Cunde el desánimo
en el territorio de las izquierdas. Después del primer deslumbramiento, todo ha
resultado ser un espejismo. Tenemos ante nosotros un gobierno majo, con mucho
mujerío, sí; un gobierno chiripitifláutico, para utilizar la expresión de
determinado comentarista. Pero no es un gobierno de izquierdas.
No lleva el
marchamo de garantía, carece del ADN adecuado, es el consabido gato por liebre
de las fondas de barrio. Lástima. Habrá que seguir esperando, hasta que llegue alguna
mejor ocasión.
Pablo Iglesias
comenta que Sánchez solo ha tardado veinticuatro horas en olvidarse de quienes
le dieron un apoyo esencial en el trance de la moción. Quizá sea cierto, pero
también lo es que el propio Pablo olvida que ofreció respaldar la moción “sin
condiciones”.
En las no-condiciones
aludidas, se supone que estaba incluida la de no participar en el reparto de
carteras. A nadie le duele la pedrea de una cartera ministerial en la
distribución de premios; pero si no cae ninguna, la razón para ello no es
forzosamente que el amigo de ayer sea un Judas.
Yo mismo he digerido
con una dignidad ejemplar la noticia de que el Pedro de mis entretelas no me da
la cartera por la que yo suspiraba en silencio. Era el Ministerio de Cultos
Religiosos y Procesiones en Vía Pública, y mi proyecto estrella era sustituir, como
banda sonora de los eventos de la Semana Santa andaluza, “El novio de la muerte”
por “Dale a tu cuerpo alegría, Macarena”. Un golpe de efecto mediático de
primer orden, un rayo que no cesa. Pero no ha podido ser, Pedro no se ha fijado
en mí.
Quejarse del
gobierno pasadas tan solo veinticuatro horas desde su formación tiene todos los
ingredientes de la vieja política, de los viejos tics, del izquierdismo de
barra de bar. Y no es la única buena noticia a la que se intenta chafar la
guitarra desde las covachuelas del progresismo intransigente. Soledad Gallego
Díaz ha sido nombrada directora de elpais, y su nombramiento ha sido refrendado
a la búlgara, por el 97% de la redacción. Qué maravilla, digo yo, y un conocido
tuerce el gesto: «A mí no me gusta lo que escribe la Gallego.»
Hemos mandado a la
puta calle al Augusto y a su troupe, nuestras
mujeres siguen movilizadas en permanencia desde el 8-M, nuestros pensionistas no
abandonan ni la calle ni sus reivindicaciones, nuestros sindicatos avizoran la
posibilidad de un acuerdo nacional de subida sustancial de los salarios, la ley
mordaza está en vías de ser derogada, la ley Wert sobre la educación ídem de
lienzo, y se anuncia la revisión urgente de los recursos al Constitucional
tramitados durante la etapa de Cristóbal Montoro (¿les suena de algo el
nombre?) como preboste de la Hacienda española.
La comisión
permanente de la Asociación Taurófila de Cuñaos Interpuestos (ATCI) tuerce el
gesto: «Esto no es izquierda de verdad, no es izquierda izquierda, no es izquierda
fetén. Hay que arrimarse más.»