viernes, 15 de febrero de 2019

AMOR A ESPAÑA


Oriol Junqueras (OJ en adelante) manifestó en el juicio de marras que no comprende de qué se le acusa, puesto que él es: a) buena persona, b) pacífico, c) cumplidor en lo religioso, y d) ama a España.

De inmediato han saltado los dos vocalistas de los Chunguitos, Pablo Casado (PC) y Alberto Rivera (AR), a decir que la declaración de amor a España de OJ es “cinismo en estado puro”.

No me duelen prendas: por más que no me caigan bien, en este caso particular doy la razón a PC y AR. OJ no está siendo juzgado en el Supremo por ser mejor o peor persona, ni por su talante pacífico de natural, o no, ni por sus creencias religiosas, ni por el grado mayor o menor de su amor a España. Si OJ quiere defenderse de los actos delictivos que se le imputan, es inexcusable que haga referencia a dichos actos, y los niegue si puede, que no puede. El resto son flors i violes i romaní, como decimos en este país. Excrecencias jocfloralescas, para que me entiendan.

Y en lo relativo a su amor a España, que no ha sido óbice para que negara el pan y la sal al proyecto de presupuestos magníficamente presentado y defendido por María Jesús Montero, convendremos todos en lo siguiente: a) OJ ama a España, ciertamente; b) OJ ama más aún a Catalunya, ciertamente también; c) OJ ama sobre todas las cosas a OJ, y por consiguiente, más que a España y más también que a Catalunya.

El amor invencible de OJ por OJ y su devenir inmediato es lo que explica la enmienda de ERC a la totalidad de los presupuestos y el voto parlamentario contrario a los mismos. Ni por un momento ha considerado OJ la posibilidad, apuntada sin embargo por todo un coro de voces, de separar las dos cuestiones: de un lado los presupuestos y de otro el juicio por rebelión, o bien sedición, o bien prevaricación, que cada  causa tiene sus defensores.

Dicho lo cual, es necesario añadir que tanto PC como AR, los dos críticos del cinismo de OJ, conocen suficientemente el paño: están midiendo el cinismo de un tercero a partir del rasero definido por el suyo propio.

El acendrado amor a España, de ambos minilíderes de la derecha a ultranza, es un amor a beneficio de inventario. Un amor, disculpen la expresión, mercenario.

“Me duele España”, dijo en una ocasión don Miguel de Unamuno. Podríamos discutir largo y tendido sobre si la frase es afortunada o no lo es; yo pienso que no, pero admitiría la prueba en contrario.

Ahora bien, la frase de Unamuno fue, casi seguro, espontánea y enteramente desinteresada. Dos cualidades que brillan por su ausencia cuando hablamos del amor a España de la bicefalia de la derechona. Lo que pretende ni más ni menos la declaración de amor a España de ambos, es sencillamente lo siguiente, apresuradamente simplificado: a) pillar cacho; b) pillar caché.