lunes, 18 de febrero de 2019

LAS BATALLAS EJEMPLARES DE LOS NIÑOS PERDIDOS


En la historia, profundamente anclada en el inconsciente colectivo, de Peter Pan y Wendy, los niños perdidos volcados en aventuras siempre novedosas por el país virtual de Nunca Jamás descubrieron un día que necesitaban una madrecita.

Era un puesto de trabajo exigente, y que los niños perdidos deseaban cubrir a través de un contrato fijo. La madrecita debía ocuparse de cocinar, lavar la ropa, recoserla, plancharla y ordenarla en lugares inexistentes hasta el momento, tales como armarios y cajones, donde pudiera ser fácilmente encontrada. Además, la aspirante al puesto debía ocuparse de curar las continuas heridas y rozaduras consecuentes a la brega diaria de los perdidos contra indios y piratas. Y finalmente, era imprescindible que por la noche les contara cuentos agradables que les hicieran conciliar el sueño.

Los niños perdidos no tenían la menor noción de ninguno de esos saberes; de modo que destacaron al capitán de la banda, un tal Peter Pan, el más audaz e irresponsable de todos ellos, decidido a no crecer nunca, para que viajara hasta Londres y encontrara allí la pieza codiciada.

Peter Pan encontró a Wendy, la candidata ideal, pero en el proceso de contratación surgió un inconveniente fastidioso: Wendy no sabía volar, cuestión que, en cambio, era pura rutina para los jóvenes ejecutivos de la isla virtual. Nada que no tuviera arreglo, sin embargo. Para que volara, se espolvoreó a Wendy con polvo de hada, que tenía virtudes mágicas. 

El polvo de hada era, naturalmente, oro. Gracias al oro, Wendy pudo acceder al consejo de administración instalado debajo del árbol hueco, y desempeñar a satisfacción las altas misiones que le encomendaron los rapaces desastrados. Estos, por su parte, siguieron con el mismo tipo de vida que llevaban antes, si bien confortados gracias al know-how de la nueva recluta.

La moraleja puede ser que el dinero tiene capacidad de sobra para comprar la inteligencia, pero a la inteligencia no le queda más opción que colocarse al servicio del dinero.

Algo así nos cuenta Marta Sanz en una columna de opinión en elpais de hoy, titulada “Retórica” (1). Va de un quiasmo, figura retórica de construcción utilizada por el presidente de una sociedad de capital riesgo que invierte en ciencia para argumentar jesuíticamente la prioridad del dinero sobre la inteligencia. Dice así el caballero: «Si el conocimiento no se convierte en dinero, no habrá dinero para financiar el conocimiento.»

La frase está incompleta, es lo primero que se advierte. La frase completa debería concluir así: «… no habrá dinero para financiar el conocimiento capaz de convertirse en dinero.»

Se redondea de ese modo un círculo sospechosamente vicioso. Porque, en la mentalidad del sagaz creador de la frase, ¿de qué demonios puede servir en la sociedad de hoy mismo un conocimiento incapaz de dar un rédito dinerario? ¿Qué es la inteligencia desmonetizada sino una pasión inútil?

En el cuento, la inteligencia providente de Wendy era un activo importante para los niños perdidos. Solucionaron la cuestión contratándola. De inmediato las sutiles correlaciones de fuerzas en la isla se vieron trastocadas. Los indios y los piratas advirtieron que sus propias expectativas de mercado quedaban en desventaja frente a la imprevista ampliación de capital de Niños Perdidos Inc.

La tribu india siguió un camino posible: convocó a los amigos de Peter a fumar la pipa de la paz. No obstante, la princesa Tigre-Lirio, potencial valor de canje en una fusión de Tribu India Co. con Niños Perdidos Inc., intentó apuñalar a Wendy y eliminar de ese modo un factor perturbador de los negocios.

En cuando a Piratas Limited, Jaime Garfio, su capitán de industria, puso en juego toda su red de influencias para raptar a Wendy y convertirla en madrecita de su propio grupo financiero.

Es sabido cómo acabó la historia. La madrecita optó finalmente por abandonar el mundo de las finanzas, volver a su casa de Londres y crecer y envejecer como toda la gente normal, ese 99% que el 1% restante se empeña en ver como su proveedor precario de la inteligencia práctica y emocional que necesita para mantener un cierto equilibrio en su desarrollo enloquecido.

Por su parte, Piratas Limited, Tribu India Co. y Niños Perdidos Inc. siguieron interminablemente con sus batallitas para ampliar la respectiva cuota de mercado.