sábado, 16 de febrero de 2019

LA INGOBERNABILIDAD


El soberanismo catalán se dispone a capitalizar el “éxito” que ha cosechado a lo largo de esta semana, consistente en forzar el adelanto electoral por la vía de rechazar los presupuestos.

El soberanismo catalán está, al parecer, muy satisfecho con la situación creada. En palabras de Elsa Artadi, portavoz del Govern del señor Torra, «el Gobierno de Pedro Sánchez ha sido un fracaso por su falta de coraje ante la crisis catalana, y el diálogo no ha pasado de ser estético.»

Es una manera de explicarlo a la parroquia. Otra, menos elaborada y más en crudo, sería la siguiente: «Sánchez no ha tragado, pues que se joda.»

Muy bien, entonces. Estamos todos donde estamos, somos responsables de lo que nos responsabilizamos. Para el siguiente paso, Artadi pide el voto masivo de la ciudadanía a las dos candidaturas y media soberanistas al Congreso de los Diputados, con el fin de «condicionar la gobernabilidad».

Jordi Pujol siempre estuvo preocupado por la gobernabilidad de España, y pensaba que la misión de Cataluña ─por aquel entonces, un oasis en el ciego sol, la sed y la fatiga de la terrible estepa castellana─ era “asegurarla”, para lo cual se alió indiferentemente con tirios y con troyanos, pendiente tan solo de cuál de ellos tenía en cada momento la sartén por el mango.

Una actitud duguesclinesca. (Abro paréntesis explicativo. El condottiero Bertrand Du Guesclin puso fin a las guerras civiles castellanas sujetando al rey don Pedro para que el aspirante Enrique de Trastámara lo acuchillara con comodidad. En tal trance dejó para la posteridad las siguientes palabras: “Ni quito ni pongo rey, solo ayudo a mi señor.” Su señor era el que le pagaba la soldada.)

Lo que Artadi está esbozando es la continuación fotocopiada de la misma política, si bien con un matiz original no desdeñable. No se propone “asegurar” la gobernabilidad, sino ─dice─ “condicionarla”. Igual que en la frase suya citada anteriormente, hay disponible una versión no censurada, a saber: el objetivo del soberanismo no sería ahora asegurar la gobernabilidad de España, sino por el contrario, asegurar su ingobernabilidad.

No fabulo ni extrapolo. Lean despacio las declaraciones de la portavoz. Por ejemplo: «El cambio de gobierno no ha servido para nada.»

Brocha gorda por parte de Artadi, por lo demás feliz discípula de aquel gramófono que escuchaba absorto el perro de “La Voz de su Amo”. Si alguien le recuerda que el gobierno del cambio ha descartado la vía del 155, en tanto que otros se relamen por anticipado ante el festín; que ha trasladado a los políticos presos en el entorno de la capital a Lledoners y a Figueras; que ha abierto una mesa de diálogo bilateral con luz y taquígrafos; y que contemplaba en los presupuestos rechazados unas partidas para la mejora social y para las infraestructuras sin precedentes en la historia reciente del país, Artadi le responderá que se trata de medidas “estéticas”.

De la irresponsabilidad a la ingobernabilidad. Dando tumbos por la pendiente cuesta abajo, hasta la "victoria" o el holocausto final.