viernes, 8 de febrero de 2019

GENTES NUEVAS



A la izquierda de la imagen, encuentro de Dante y Virgilio con Guido Guerra, Tegghiaio Aldobrandi y Jacopo Rusticucci. Miniatura conservada en la British Library de Londres.

«Gentes nuevas y súbitos aumentos
De riqueza, y orgullo y desmesura,
Provocan, oh Florencia, tus lamentos.»
Dante A., Commedia, “Infierno”, Canto XVI, 73-75.
(versión de Ángel Crespo)

Los siervos son los mismos de siempre; los amos han cambiado. “Esto con Franco no pasaba”, repite siempre y a propósito de todo la Señora Franquista tuitera. Por ejemplo, con Franco vivo jamás habría sucedido que exhumaran sus huesos del Valle de los Caídos. Tiene razón.

Tampoco en Cataluña estaría pasando lo que pasa de seguir al frente de los negocios Jordi Pujol. Pujol, católico ejemplar, siempre supo dar al César (el Estado opresor) lo que era del César, al mismo tiempo que se trabajaba su rinconcito con el fin de dar a Dios (Dios sería catalán, en su versión) lo que es de Dios. Bien decantadas las porciones correspondientes y hecho con presteza el reparto, se ayudaba a la gobernabilidad, se cultivaba el propio jardín, los negocios “rullaban” y todo iba a las mil maravillas en el mejor de los mundos posibles.

Sí, Pujol era un corrupto, pero el dinero non olet. Resultan mucho más ofensivas las prisas obscenas de Puigdemont por encontrar un lugar cómodo y bien remunerado donde caerse muerto, y el encefalograma plano de Quim Torra, el “masover” de una finca en torno a la cual acechan a la espera todos los fondos buitre y los fondos zopilote que en el mundo son.

Qué decir de la gesticulación perenne de Casado y Rivera, esa pareja de marionetas de bolos por provincias, incapaces de contarnos algo que no sea el mismo chiste malo de siempre. También es nuevo Abascal, el signor Strómboli que mueve los hilos detrás del telón, empujado a la farándula por las súbitas ganancias de dinero iraní, descontada la pingüe inversión de capital procedente de otras fuentes aún ocultas pero que irán apareciendo conforme la función avance.

¿Es mejor el viejo establishment, o el nuevo? No lo sé. Sé que el viejo no va a volver, y que es con las nuevas gentes con las que tenemos que habérnoslas. No tienen arraigo en la tierra, no reconocen amigos ni enemigos, claman «¡Patria!» (la huna o la hotra) pero señalan al dinero, y no viven del producto del trabajo ni de la inversión, sino del aire, siempre que llamemos aire a las mordidas en B a los presupuestos de las diversas instituciones.

Dante habló de ellos cuando transitaba por el séptimo círculo de su Inferno. Le preguntaba por Florencia y el estado actual de las cosas en la república Jacopo Rusticucci, en vida próspero caballero que se condenó para la eternidad por haber caído en la sodomía. Según sus propias palabras en el poema, glosadas por Ángel Crespo, debido al carácter demasiadamente arisco de su esposa. «E certo la fiera moglie piú ch’altro mi noce.» Excusa muy propia de los viejos tiempos, cuando las gentes solo salían del armario si alguien les sacaba de allí.