Pablo Casado ha
comenzado en gran estilo la precampaña electoral: «Hemos
pillado a Sánchez vendiendo España a sus enemigos.» Lo ha dicho en
Torrelaguna, aprovechando la presentación de los candidatos municipales de su
partido en la Sierra madrileña. Lo repetirá mil veces en los días próximos. Se
trata de armar una cruzada nacional para el exterminio de los felones. Es
curioso, de otro lado, constatar que el tono mediático del candidato del PP es
el mismo de Pedrerol en su chiringuito. Y es que todo lo malo se pega:
«URGENTE. Sánchez pillado in fraganti por El Chiringuito. Sigan atentos a la pantalla y se lo contamos
después de la publicidad.» Después de la publicidad cuentan cualquier cosa.
La misma técnica mediática
se aprecia en la última entrega del columnista económico de lavanguardia Manel
Pérez, pero este caso tiene mayor enjundia. Se lo contamos brevemente a ustedes antes
de la publicidad.
El titular de Pérez
es tan agresivo como el antes comentado de Casado. Dice: «Contrarreforma laboral por real decreto.» También
aquí “hemos pillado a Sánchez”. O no. Esta es la sustancia de lo que se cuenta:
«Nada
más anunciar Pedro Sánchez la convocatoria de elecciones para el 28 de abril,
se ha instalado en las grandes organizaciones patronales, CEOE y Foment, el
temor a que el Gobierno apruebe en un próximo Consejo de Ministros un real
decreto de contrarreforma laboral, según aseguran fuentes empresariales.»
En definitiva, quien ha sido pillado no es Sánchez, sino
la CEOE y Foment acordándose de pronto de Santa Bárbara por si acaso tronara. Habas contadas: en el caso de que al consejo de ministros se le ocurriera
publicar por la brava el tal RD, este habría de ser ratificado por la diputación
permanente del Congreso. Así pues, ambas patronales a una se han enfrascado en sus
habituales tareas de lobby con todos los partidos de oposición en general, y
con PNV y PDeCat en particular, dado que sumando los votos de estas dos
formaciones a los de PP y Ciudadanos, se obtendría una mayoría mecánica de 33
votos sobre 64, y se salvaría el match-ball.
La historia es bonita. La moraleja la da el mismo Pérez
en el texto referido: «El primer criterio
de análisis de los empresarios es siempre el efecto de las medidas sobre su
cuenta de resultados.»
No se ven, sin embargo, las cosas exactamente igual en
Madrid y en Barcelona. «En la capital del
Estado han mantenido una posición muy beligerante con las cuentas presentadas
por el Gobierno de Pedro Sánchez. El contexto en la capital era de presión a
Sánchez para que convocase elecciones, tanto desde el mundo político como desde
el económico.»
En Barcelona, el albur de la cuenta de resultados está
sujeto a otros avatares, de modo que Foment, la Cambra y el Cercle d’Economia
apuntaban a un diseño estratégico distinto y se han visto claramente
contrariados: «El consenso dominante era
también crítico con el contenido de los presupuestos, pero también se observaba
con cierta inquietud la convocatoria de comicios. Una nueva constatación del
aislamiento político que padece el empresariado, la burguesía, catalán en los
actuales momentos de grave crisis política. Los grandes partidos catalanes no
han recogido su planteamiento de apoyar las cuentas y alargar la legislatura.»
El amor a la cuenta de resultados prima siempre sobre el
amor a España, o a Cataluña. Era tan obvio que no hacía falta decirlo. Pero eso
no equipara exactamente al empresariado de cada una de las dos orillas del Ebro.
Siendo como son iguales para ambas formaciones los principios generales, los
imponderables de la política tienen un peso añadido sustancial. La victoria de
los Trijinetes favorecería al empresariado de la España cañí, en particular a
los sectores de la Tauromaquia, la Caza, la Adoración Nocturna y la Enología.
Por el contrario, obligaría a las empresas radicadas en el nuevo desierto
estratégico del Nordeste peninsular a migrar de forma costosa y apresurada, o
bien a cerrar la barraca.
De otro lado, la corte miniimperial de Waterloo ha
desoído las insistentes súplicas de sus atribulados poderes económicos y ha condenado los fementidos presupuestos. En
consecuencia, los empresarios catalanes van dejando escapar por lo bajini sus
preferencias en la quiniela electoral que se avecina. Les gustaría una entente
PSOE-Ciudadanos. Es decir, olvido absoluto de las unilateralidades, preferencia hacia el diálogo político sobre el judicial, y tascar severamente el freno en lo laboral.
La solución ideal para sus bolsillos. Digo, sus cuentas de resultados.