Algunos chistes son
tan personales e intransferibles como los pedos. Molestan y enfadan a todo el
entorno, y mientras, quien soltó el desahogo sigue tan campante, considerándose
a sí mismo la hostia bajo palio. El refranero sostiene ─y algo de razón debe de
tener─ que “a nadie le jié su peo, ni su hijo le parece feo”. Prácticamente lo
mismo cabría decir de ciertos chistes dirigidos con intención claramente
descalificadora a otras personas. Descalifican, sí, pero a quien emite el
recado y no a su receptor.
Lo digo por Toni
Albà, actor cómico de rancio abolengo catalanista secesionista. Le ha hecho un
chiste tuitero a Inés Arrimadas con motivo de la excursión (innecesaria y
ridícula, no pretendo negarlo) emprendida por ella para hacerse la foto detrás
de una pancarta y en selecta compañía delante de la casa de Carles Puigdemont.
«¡Buen viaje a Waterloo!!! Y vigila de no pasarte e ir a petarla a Amsterdam,
donde te sentirías como en casa y tendrías tus derechos laborales asegurados.»
El concepto es retorcido,
la gracia no aparece por ningún lado, y visto en conjunto puede afirmarse sin entrar
en ulteriores consideraciones que “jié” a machismo y a supremacismo. No es
humor de ningún tipo, es un dardo lanzado desde una elevada estima de la propia
posición privilegiada respecto del vulgo necio. Algo que han compartido a lo
largo de la historia los adeptos a muchas sectas políticas y sociales, desde
que el fariseo del Evangelio se comparó con el publicano, y que viene a
resumirse en un mensaje breve: “yo soy más que tú, yo soy mejor que tú.”
El chiste de Albà
ha causado bochorno en propios y extraños, en colegas indepes y en círculos de
la oposición no obligatoriamente vinculados a Arrimadas. Me ha causado bochorno
a mí.
Dado el coro de
imprecaciones que ha levantado, el interesado ha tenido a bien disculparse. Lo
ha hecho con otra gracieta. Se ha disculpado por lo que ha dicho “si alguien se
ha sentido ofendido”, pero ha declinado disculparse “por lo que no ha dicho”.
Que la gente haya entendido lo que ha entendido, dice Albà, se debe a “un mal
muy extendido”, a saber el déficit en la comprensión lectora.
Otro menosprecio
del señor de Barcelona a la concurrencia en general. Otro cuesco dejado caer
graciosamente en medio de la multitud, desde la conciencia de clase de que esta
no se merece una fragancia tan sutil como se le está dispensando.
No te merecemos,
querido Toni Albà. Mejor vete a atufar a otra parte.