domingo, 1 de diciembre de 2019

NUEVA VISITA A ELEUSIS



Con mi hija Albertina, en los propíleos de lo que fue el Telesterion, el templo de los misterios de Eleusis. (Foto, Carmen Martorell)


Elefsina, es decir la antigua Eleusis, será una de las capitales europeas de la cultura en 2021. Hemos vuelto a ver el sitio arqueológico, hoy domingo. El día era luminoso, el golfo Sarónico resplandecía. Recorrimos el recinto a partir del muro ennegrecido en el que se abre la grieta por la que Hades devolvía cada primavera al mundo a la ninfa Perséfone, pasando por el área de los templos, el pequeño museo y el paseo que bordea la muralla, hasta regresar al portal norte y el Pozo de las Danzas, en cuyo brocal se sentaba la diosa Démeter a esperar la devolución anual de su hija de los infiernos del invierno (valga la paronomasia). Una gran área en la que apenas sobreviven los suelos formados por grandes losas cuadradas y algunos restos de columnas y graderías, indica el lugar que ocupaba el Telesterion, el lugar de celebración en el que solo podían entrar los iniciados.

En lo alto de la acrópolis hay ahora un par de templos cristianos, que fueron erigidos en ese lugar para controlar de forma efectiva a los poderes infernales. El tema debía preocupar mucho a finales del siglo IV, porque primero el emperador Teodosio clausuró el lugar de los misterios con el fin de asentar con mayor firmeza la religión cristiana en sus dominios (392), y poco después el rey godo Alarico arrasó con todo, secundado por una horda de cristianos “vestidos de oscuro”, según las crónicas. Eran arrianos, pero eso no es excusa; los Padres de la Iglesia se ufanaban igualmente de su poder de destrucción de los ídolos del paganismo. Vistos en la perspectiva, todos ellos vinieron a sustituir una superstición amable por otra más rígida y oscura.

Así lo percibió el estudiante sevillano Ruano, alter ego de Rafael Senra, que lo explica en su novela del modo siguiente: «Sin poder asegurar si ello se debía al contenido de las explicaciones o a la belleza de su profesora [de griego], lo cierto es que Rogelio Ruano quedó definitivamente identificado con lo que denominaba el sistema de deidades griego, mucho más divertido, dinámico e imprevisible que el aburridísimo e infumable monoteísmo que presidía la vida cotidiana de su familia y de casi toda la sociedad…» (Ruano, p. 33).

Algo acerca de los misterios y sus ceremonias conté hace años en un post que titulé “Muchacha que huye” (1) en honor de la figura que pueden ver debajo de estas líneas. Fue encontrada en las proximidades de la Iera Oikós (la Casa Sagrada), junto a la salida sur del recinto amurallado, y debió de formar parte del frontal de un templo, de modo que la singular inclinación de la figura al correr quedaría sin duda equilibrada por el juego de las diagonales del conjunto de la composición escultórica.