Pedro
Sánchez Castejón, candidato por
el PSOE al gobierno de España, desgranó en el parlamento, en respuesta a los
presupuestos del Partido Popular, una batería de propuestas de medidas de
choque: están entre ellas desde la renta mínima (“ingreso mínimo vital”) y la
elaboración de un nuevo Estatuto de los Trabajadores, hasta la inversión de un
7% del PIB en educación y la bajada del IVA cultural al 5%, pasando por una
reforma fiscal y tributaria y, last but
not least, la apuesta por las energías renovables y un desarrollo
sostenible.
La respuesta del
ministro de Hacienda Cristóbal Montoro fue,
literalmente: «Mandangas.» La vicepresidenta Soraya
Sáenz de Santamaría, más fina, comentó en los pasillos que tenía la
sensación de que Sánchez no sabía bien de lo que estaba hablando. Se calló seguramente
la siguiente coletilla: “Por lo menos, yo no tengo la menor idea de lo que dice.”
Mariano
Rajoy, por su parte,
entonó el enésimo capítulo del serial «Yo salvé a España del rescate», e hizo
hincapié en la bonanza económica – hay que insistir mucho en ella, para que
alguien la vea por fin – y en el hecho de que no tenemos nada que ver con los
chinos.
Mariano es único en
el cambio repentino de registro y de argumento. En el comienzo de un párrafo lo
determinante es el contexto mundial (cuando este presenta signos favorables), y
de pronto enlaza sin solución de continuidad con la convicción de que el pararrayos
del campanario de la parroquia viene a ser el único valor seguro, si resulta
que los cielos de la macroeconomía se han cargado de nubarrones.
En cualquier caso y
circunstancia, de la corrupción y el despilfarro no sabe, no contesta. Son mandangas
y mamandurrias atizadas por la izquierda populista y radical. Las políticas del
Partido Popular son siempre, por definición, las únicas capaces de traer la
prosperidad y el progreso al Partido Popular.
El discurso del
presidente ha merecido, sin embargo, elogios del Financial Times, que hoy recoge sus propuestas
como «un ejemplo para la Eurozona.» Ejemplo de qué, no lo aclara. Ahora bien,
yo sospecho que no se trata de un piropo espontáneo, dado gratis et amore. Es
sabido que en los escalones mediáticos más prestigiosos del capitalismo
financiero las cosas funcionan igual que con los anuncios y las esquelas mortuorias
en la prensa normal: un titular a dos columnas tanto, un suelto de opinión
tanto, tres líneas calurosamente elogiosas en un artículo editorial tal otro
precio. De la misma forma se comportan las chicas que esperan sentadas en sus
sillitas plegables a una distancia discreta de la carretera N-II en las
cercanías del curso de la Torderola: son capaces de ser muy cariñosas, previo
pago de la tarifa correspondiente.