Mencioné anteayer a propósito de Perpinyà a Joan
Desgarrigues, que fue el 15º president de la Generalitat de Catalunya entre
1419 y 1422. Pocos datos dan sobre el personaje tanto Viquipèdia como otras fuentes oficiales
y oficiosas relacionadas con la historia de las instituciones catalanas; y lo
justifican con la afirmación de que apenas se tienen noticias de su vida. No son tan
pocas. Yo he encontrado las que siguen en Pierre BONNEAUD, Els hospitalers catalans a la fi de l’Edat Mitjana. L’orde de l’Hospital
a Catalunya i a la Mediterrània, 1396-1472. Pagès editors, Lleida 2008,
trad. del francés de Josep Tarragona i Castells.
Bonneaud (Nontron,
1931) es un historiador solvente, gran frecuentador de los archivos de la orden
del Hospital a la que perteneció Desgarrigues. Utiliza en su libro la grafía “Descarrigues”,
pero no hay confusión posible sobre la persona, la coincidencia es absoluta con
los datos que ofrecen todas las fuentes (comanador del Masdeu, agente
diplomático del rey en Sicilia y Cerdeña, president de la Generalitat). Se
añaden, sin embargo, unos cuantos datos históricos más sobre los que las
fuentes catalanas guardan un silencio absoluto. Son los siguientes.
Una vez cumplido su
turno trienal al frente de la Generalitat, Desgarrigues prosiguió una carrera
política destacada tanto en los estamentos de dirección de la orden del
Hospital como en la corte del rey de Aragón y Cataluña. Era el hombre de
confianza, tanto del rey Alfons (conocido por la historia como el Magnánimo,
sin razón ninguna que justifique tal título) como del maestre Antoni de Fluvià,
catalán como el mismo Desgarrigues. Ahora bien, una situación tan venturosa
para los negocios de Desgarrigues tenía una falla: el rey y el maestre no se
llevaban bien. Fluvià procedía de un entorno urgellista. Su sobrino Ramon
Berenguer de Fluvià combatió hasta el final como capitán del conde Jaume d’Urgell
contra el rey Ferran de Trastámara elegido en Caspe; no solo eso, sino que después
de huir de Cataluña pasó a servir al duque de Saboya, y cuando el embajador de
Ferran al concilio de Constanza, Recasens, atravesaba con un nutrido séquito las
posesiones de Saboya, lo apresó e hizo pagar por él al nuevo rey un rescate
cuantioso. Otros familiares urgellistas del maestre encontraron asilo en la
ciudad de Rodas, bien a través de su ingreso en la orden o bien como residentes
civiles. Fluvià era por lo demás un cumplidor escrupuloso de los compromisos
internacionales de la orden del Hospital, y nunca utilizó su potencial en
Cataluña y Aragón para hostigar a los Trastámara. La orden se mantuvo neutral
durante todo el curso de la guerra civil, y estableció luego relaciones de
cooperación normales con la nueva dinastía.
Pero el rey Alfons
deseaba un maestre de Rodas más próximo a sus propios intereses, o más
comprensivo con sus razones de Estado. En 1426, año en que cesan
sospechosamente las noticias oficiales u oficiosas de las fuentes catalanas
sobre Desgarrigues, este fue nombrado por Fluvià su lugarteniente en los reinos
hispánicos, y encargado de la importante misión de obtener en préstamo la suma
de 100.000 florines mediante la venta de censales que la orden se comprometía a
pagar con los beneficios obtenidos de la actividad agrícola de sus encomiendas.
Desgarrigues reunió
la cantidad deseada, pero en lugar de entregarla al maestre la pasó al rey, a
cambio de la promesa de este de armar una flota para acudir en socorro de Rodas
y Chipre, en el caso de que fueran atacadas por el sultán de Egipto en un plazo
máximo de tres meses. Fluvià protestó y reclamó en vano la devolución del
dinero durante varios años. Sin embargo, dado que los caballeros hospitalarios
eran un poder fáctico importante en el tablero mediterráneo, Alfons se vio
obligado a la larga a ceder en parte. No tanto en la cuestión de los dineros, por
cierto, como en la entrega al maestre de la persona de Desgarrigues, que fue
juzgado en Rodas por el tribunal de la orden. Esto ocurrió en el año 1431.
Joan Desgarrigues
fue condenado a la pérdida de todos sus bienes y encomiendas, y al encierro de
por vida en la isla de Rodas; pero no fue expulsado de la orden y siguió
llevando el hábito negro con la cruz blanca. A ruego de los consellers de
Barcelona, deseosos de salvaguardar de algún modo la dignidad de un hombre que había
prestado servicios destacados al país, Fluvià le concedió una pensión de 200
florines anuales. Desgarrigues murió en el convento hacia 1440, el año en el
que Rodas fue atacada por primera vez por los mamelucos, ya con Fluvià
fallecido y con un nuevo maestre al frente de la orden.
El lector
interesado encontrará estas noticias en las páginas 203 a 209 del libro citado.
También encontrará muchas más noticias sobre Desgarrigues, sobre Fluvià y sobre
otros muchos hospitalarios catalanes que desempeñaron papeles de una gran relevancia
en el teatro del Mediterráneo, a lo largo del siglo XV.