En el curso de una
campaña para olvidar, Alfonso Guerra pidió más voto socialista para evitar el sorpasso y disfrutar de la cara que se
les quedaba a “los otros”. No se puede decir que la ciudadanía le haya hecho
mucho caso en cuanto al incremento de voto al PSOE, pero no ha habido sorpasso y a todos, socialistas y unidopodemitas,
se nos ha quedado la cara profetizada.
Si alguien pensaba
que seis meses de marasmo político y de acusaciones mutuas en el peor tono
posible no iban a pasar factura, ahora tiene delante los resultados. Susana
Díaz agitó los ánimos andaluces contra los “privilegios de la Colau”. Ese
género de latiguillos viejunos no solo no le ha dado réditos sustanciales en
términos de votos; además, la condena ya para siempre a la política de
campanario.
Nuestras cuentas
del gran capitán partían de la previsión de que, aun perdiendo todos, la mayor erosión
del voto afectaría al marianato, pero ahí ha jugado una circunstancia exterior
e inesperada, el brexit. El brexit es, supongo, el culpable de la transferencia
de una parte importante de los votos de C’s al PP. Gente conservadora que
deseaba un líder más joven y dinámico, ha estimado que para gestionar las turbulencias que
se avecinan a Rivera le faltan aún uno o dos hervores, y es preferible no
cambiar de montura en mitad del vado (por flaco y matalón que sea el rocín).
En cuanto al resto
del panorama, la foto electoral viene a ser la misma que la del 20D, con la
erosión que supone una abstención bastante superior. No ha tenido ningún efecto
la coalición de IU con P’s, porque este era en todo caso un movimiento
estratégico a largo plazo, y no un recurso táctico de campaña capaz de arrear
un tirón electoral.
Para las mentalidades
mágicas el problema puede haber estado en la fecha de la elección. Las hogueras
de San Juan nublan el entendimiento de los viejos, atraen a las vírgenes púberes
a la consumación, y extravían a Lio Messi haciéndole fallar el penalti decisivo
en una final continental. La hechicería del solsticio también podría tener
efectos deletéreos en el voto: se han sucedido en 48 horas el brexit y el
marianremain. De haberse celebrado las presidenciales en Estados Unidos en este
fin de semana, de seguro ganaba Trump.
Ahora la situación
de desgobierno en España puede prolongarse por otras vías. Es posible que se
forme un gabinete minoritario presidido por Rajoy (¿por quién si no?) solo o en
compañía de otros, gracias a la abstención del PSOE (¿de quién si no?) en la
segunda votación del Congreso. Luego llegará el momento de rendir cuentas del
déficit ante la UE demediada, y seguirán su curso los diversos procesos por
corrupción que afectan a una porción relevante de la clase política en
ejercicio. La indignación de la ciudadanía subirá uno o dos puntos con los
próximos recortes para aprontar recursos financieros con los que parar el golpe
del brexit. La situación de Cataluña seguirá enquistada. Podría haber crisis de gabinete pasados los cien días reglamentarios
de deferencia parlamentaria. El porvenir que se nos ofrece no es para tirar
cohetes.
Ha sido un lujo excesivo
y desproporcionado, don Alfonso, jugar la carta del voto a la cara que se nos
iba a quedar a unos cuantos.