jueves, 30 de junio de 2016

PUENTES LEVADIZOS


Por las briznas de información que me van llegando sin yo buscarlas, me aproximo a la conclusión provisional de que las diferencias perceptibles entre el voto del 20D y el del 26J obedecen a dos movimientos simultáneos pero sin ninguna – o con muy escasa – relación entre ellos. Por el costado derecho del electorado, ha funcionado el cerrojo del miedo. Miedo, fundamentalmente, a las posibles consecuencias del Brexit y a la necesidad de un paraguas europeo lo más amplio y eficaz posible. Así, el movimiento desde el PP hacia Ciudadanos perceptible en diciembre por parte de un electorado conservador cansado de vacas sagradas y sentencias gallegas, ha efectuado un repliegue retráctil en la dirección opuesta a pesar de las evidencias cada vez más numerosas de corrupción y prevaricación generalizada. El PP se ve así confirmado de rebote, pero su “ventana” de oportunidad es muy estrecha y con fecha de caducidad temprana.
En el territorio de la izquierda, han funcionado los puentes levadizos. Los socialistas no toleran injerencias por su izquierda, ese era un elemento más o menos enmascarado en diciembre pero desde entonces se ha exhibido con toda su crudeza. Han sido penalizados por ello. Y han funcionado asimismo los puentes en el electorado de Unidos Podemos. No es que la unión no haya sumado, es que ha perdido un millón de votos, más de la mitad de los cuales entre Andalucía y la Comunidad de Madrid, aunque el mal se ha extendido, en proporciones menores, a otros acimuts.
¿Qué decir ante semejante constatación? Que la izquierda ha perdido por completo la perspectiva de la batalla. Con los índices existentes de desempleo y de subempleo, con el umbral de la pobreza rampando por la pirámide demográfica, con una juventud sin futuro y una niñez hambrienta, con la educación y la sanidad en alerta roja y desprovistas de recursos, con la amenaza de nuevos ajustes a las reformas laborales… Con todo ese panorama, los «exiliados de lo real, los duros, metidos para siempre en su campana de pura sílice», han decidido que jamás pertenecerán a un club que tiene la impertinencia de admitirlos como socios. Algunos están publicando su “experiencia ética” en las redes sociales; síntoma de que se sienten orgullosos de sí mismos.
Nota final.- Quienes no sepan a qué me refiero al hablar contra los puentes levadizos, pueden consultar a través de Google el poema del mismo título de Mario Benedetti, al que corresponden las palabras entrecomilladas en el párrafo anterior. Es un poema para ser leído despacio. No me resisto a copiar un par de estrofas que explican de manera meridianamente clara el intríngulis del asunto:
«Que entren la rabia y su ademán oscuro
que entren el mal y el bien
y lo que media
entre uno y otro
o sea
la verdad ese péndulo
que entre el incendio con o sin la lluvia
y las mujeres con o sin historia
que entre el trabajo y sobre todo el ocio
ese derecho al sueño
ese arco iris

que baje el puente y que se quede bajo

que entren los perros
los hijos de perra
las comadronas los sepultureros
los ángeles si hubiera
y si no hay
que entre la luna con su niño frío

que baje el puente y que se quede bajo.»