domingo, 5 de junio de 2016

LA TRUCULENCIA ES UN BOOMERANG


Se nota en esta segunda precampaña electoral un gusto más acusado por la truculencia. Las razones las supongo: no se esperaban los poncios que el contra bipartidismo saliese de madre como el Sena en París, y una vez visto en el 20D lo que había, toma cuerpo de pronto la inquietud ante la posibilidad de que el 26J sea todavía peor.
Entonces, se está haciendo uso contra las novedades políticas de todo el material arrojadizo que se encuentra a mano, sin discriminar. Igual que en el caso de una inundación, de lo que se trata es de taponar todas las rendijas con cualquier cosa susceptible de frenar la crecida de las aguas. Da lo mismo la constatación de que los gobiernos del cambio que ya rigen algunas grandes ciudades y autonomías se están comportando con una sensatez y un equilibrio muy superiores a los de sus antecesores, que las cosas van a mejor en general en esos lugares, y que la gente está moderadamente contenta. Parece que eso es precisamente lo que escuece.
Someto a la consideración de ustedes el primer párrafo de un texto firmado por Antonio Elorza, aparecido ayer por la tarde en elpais.com bajo el título “La sonrisa del verdugo”, y retirado en apariencia por nuestro diario global en la mañana de hoy: «Al aproximarse las consultas electorales, Podemos acentúa su táctica de encubrir el verdadero sentido de su política, fingiendo proponer justamente lo contrario. Es una buena estrategia de márquetin, que también tuvo momentos históricos tan poco gloriosos como el "Arbeit macht frei" de Auschwitz. Ahora tras el odio social y los monstruos renacidos bajo el amparo de Anguita con la convergencia entre Podemos y ex-IU, ha de disfrazarse de buenas maneras. "La sonrisa de un país", será lema de la campaña.»
No es novedosa la comparación entre Podemos y los nazis, pero hasta ahora se trataba de un recurso retórico situado más bien en los territorios de la ultraderecha. Desde una pulsión parecida a la de aquella nobleza castiza del penúltimo fin de siglo que corría a encanallarse en tabernas y prostíbulos,  Elorza, desde lo alto de su cátedra de Ciencias Políticas en la Complutense, ha decidido prescindir de inhibiciones y pisar con decisión el mismo terreno que el obispo Cañizares, 13TV y El Gato al Agua. “Odio social”, “monstruos”, “Anguita”, componen el aderezo adecuado a un texto que trata de provocar la alarma social por el mismo procedimiento del pastorcillo del cuento: «¡Que viene el lobo!»
Dice la fábula que, harta la comunidad de escuchar al alarmista, acabó por suceder lo mismo que él trataba de prevenir. Estamos en un país que busca soluciones, acuerdos, vías de avance, para salir de tantos campos de minas sembrados por los Elorzas. La histeria no es un recurso útil en una crisis, las jeremiadas no son de recibo, y la truculencia utilizada contra el cambio que asoma acabará por acrecer el caudal de consenso de quienes lo promueven.