viernes, 17 de junio de 2016

LA CASTA Y LA SUSANA


Han vuelto a salir al retortero de la oferta electoral los privilegios de Cataluña. Los impugna, con su vigor acostumbrado, una Susana Díaz más escorada cada día que pasa del lado de la casta: Casta y Susana, una morena y una rubia, hijas ambas del pueblo gobernado desde Madrid.
El veneno injertado en las raíces del Estado de las Autonomías ha sido ese forcejeo histérico por no quedarse atrás en los “privilegios” repartidos con mano magnánima pero no siempre simétrica por el estado central y soberano; en competir por cada milímetro de “lo que me corresponde” para pulírmelo yo como me plazca, sin tratar nunca de cooperar con el vecino ni de compartir recursos y establecer planes conjuntos susceptibles de crear “comunidades” allí donde solo se perciben “autonomías”. De modo que no tenemos una política económica sino dieciocho, las de las diecisiete autonomías y la del estado central, que va por libre porque al gobierno de turno le interesa que existan rivalidades por debajo de su propio escalón, para graduar la redistribución de los recursos como un sistema de castigos al díscolo y recompensas al leal, según baremo. Luego, el sistema feudal vigente en la capital se complementa con el entramado clientelar en los ámbitos locales de poder. Hay una correa de transmisión nítida entre la corte y el cortijo.
El indicio más claro de la supervivencia de esta vieja política, de la Casta, es la eficacia electoral que tiene aún, en un sistema viciado por intereses y enjuagues políticos, la demonización del vecino. La Susana ya ha lanzado el grito secular: «A por ellos, oé». “Ellos” son, como casi siempre en Andalucía, los catalanes, personificados ahora en “la Colau”, aunque quienes van a recibir el impacto principal de la andanada son Miquel Iceta y la disminuida tropa del en tiempos poderoso socialismo catalán. De rebote, claro, sufrirá Pedro Sánchez, pero esa circunstancia apenas tiene interés para una Susana atenta sobre todo a impedir que el “sorpasso” tenga lugar en su propio latifundio. No hay cuidado que valga, sin embargo; con tanta zafiedad de fondo y de forma, todo llegará, incluso en la Andalucía eterna. Susana, urgida por las necesidades internas, se ha situado en trayectoria de colisión, y ya sabemos dónde suelen terminar tales habilidades.
Este domingo no, el siguiente, tendremos verbena. Don Hilarión Rajoy ya no podrá acudir del bracete de la señá Rita, y se verá obligado a buscar, billetera en mano, otra pareja de baile. Es dudoso que la encuentre, pero tampoco parecen buenas las perspectivas de Pedro Sánchez, forzado a pespuntear el chotis agarrado sin remedio a la pareja formada por la Casta y la Susana, vaya dos. Si quieren ustedes precisiones de más alto vuelo sobre las nuevas e “irrepetibles” elecciones que nos aguardan, les recomiendo una visita al Observatorio implacable que Javier Aristu ha montado en las páginas del número 5, recién aparecido, de  la revista digital Pasos a la Izquierda (http://pasosalaizquierda.com/).