miércoles, 2 de noviembre de 2016

ALGO MEJOR QUE LA MUERTE


El título La partida de los músicos, de una novela Per Olov Enquist (Nórdica 2016, traducción de Marina Torres y Francisco J. Uriz), hace referencia a un cuento popular. Se reúnen en la ciudad de Bremen un asno, un perro, un gato y un gallo que tienen en común la muerte inminente a que les han condenado sus amos, por ser viejos e inútiles; y con el argumento de que “siempre cabe la posibilidad de encontrar algo mejor que la muerte”, escapan a su destino montando un proyecto de concierto público con el que recabar fondos para poder subsistir.
En Västerbotten, región del norte de Suecia junto al golfo de Botnia, el cultivo de una tierra ingrata y el trabajo en los aserraderos de la Compañía apenas dan de sí lo suficiente para la subsistencia de sus habitantes. Los pastores protestantes y los administradores de los aserraderos controlan sin problema las conciencias profundamente religiosas y conformistas de su grey. Cuando llega al puerto de Burea, en el verano de 1903, un agitador enviado por la central sindical LO, es tratado de forma severa aunque civilizada; es decir, es perseguido a campo través por un piquete compuesto por policías, perros y también, ay, obreros indignados; y una vez capturado y golpeado con vigor pero cuidando de no romperle ningún hueso ni inutilizarlo de forma permanente, es atado a un árbol y allí pasa la noche hasta que, con la primera luz del día siguiente, se mandata a un chico para aflojar las cuerdas lo bastante para que el intruso pueda liberarse por sí mismo y regresar al puerto, donde un vapor lo trasladará a cualquier otro lugar, a ser posible lejano.
Pero las cosas del aserradero van de mal a peor, y unos años después la Compañía decide bajar las tarifas y pagar los 100 tablones serrados a 32,5 céntimos en lugar de los 37 anteriores. Se forma entonces una Asociación Obrera “indiependiente” para negociar con la empresa. La Asociación busca desde el primer momento marcar distancias con la brutalidad reivindicativa de la gran central sindical: su primera resolución es comprar biblias para regalarlas a los hijos de los obreros que acaban ese año la escuela; y con la intención de mostrar su buena voluntad negociadora y su espíritu servicial, hace que sus afiliados se rasquen solidariamente el bolsillo para regalar al presidente de la Compañía un jarrón de cristal de 11,95 coronas. Como a pesar de todo los patronos no ceden, se convoca a un mediador que viene de Estocolmo, asiste sin abrir la boca a una reunión, y comunica por teléfono desde el hotel su llamada sincera a las partes para llegar a acuerdos constructivos y beneficiosos para todos.
La Compañía mantiene su postura y la Asociación “indiependiente” se disuelve haciendo constar en el acta final la duda de si todo lo hecho ha servido para algo. Todo parece haber acabado, y sin embargo es entonces cuando todo comienza. Los obreros de Burea se han visto obligados a buscar de una u otra forma una alternativa: cualquier solución será “mejor que la muerte”.
Les recomiendo el libro; es una gran novela. Fue escrita en 1978 por un hombre considerado por algunos “el mayor autor sueco vivo”. A pesar de lo cual nunca ha sido considerado merecedor del Nobel, un premio que otorga la Academia sueca. Por lo que se refiere a esta novela en concreto, ha tardado treinta y seis años en ser traducida a nuestro idioma. No hay casualidades. Francisco J. Uriz explica en el prólogo algunas vicisitudes relacionadas con el asunto. Una posible conclusión sería que las distintas Compañías y las distintas iglesias siguen velando con celo por la salud espiritual del obrero.