martes, 29 de noviembre de 2016

LEONARD COHEN DESDE SU MAUSOLEO


La Torre de la Canción, “Tower of Song”, es el mausoleo imaginado para sí mismo por Leonard Cohen en una de sus canciones más hipnóticas. Esa torre «a la que dicen que nos mudamos mañana, camino abajo», y en la que Hank Williams tiene su habitación cien pisos más arriba que la destinada a Cohen.
El arranque es una confesión descarnada de vejez y de decadencia que hace daño escuchar: «Mis amigos se han ido, mi pelo está gris, me duele en los sitios con los que solía jugar, y aunque estoy loco por amar, no avanzo.» El cantante imagina la soledad futura, la impotencia, la renuncia a escapar a un destino inevitable: «Todos los puentes que podríamos haber cruzado están ardiendo.» Señala también, a una mujer vengativa a la que no pone nombre, lo inútil de la práctica del vudú, porque el privilegio de «una voz dorada» le hace inmune a esas agujas clavadas en un muñeco que «lo siento, nena, no se me parece.» (No es ocioso tal vez recordar que una de sus amantes dijo de Cohen que tenía "algo de ángel y algo de lobo".)
Cada estrofa se cierra con las mismas cuatro notas graves y subrayadas con énfasis, to-wer-of-song, que remachan con contundencia el clavo penetrante del mensaje.
Y la despedida/salutación final: «Me seguirás oyendo mucho después de que me haya ido; te susurraré con dulzura desde una ventana de la Torre de la Canción.»
Podéis escucharla clicando aquí: https://www.youtube.com/watch?v=oiAuXRK3Ogk