Matteo Renzi quería
más espacio de maniobra al frente del ejecutivo, y le estorbaba en sus planes el
puntilloso e “ineficiente” (he leído el calificativo en un texto incluido en
una publicación progresista) equilibrio de poderes establecido en la constitución
republicana de 1948; ese equilibrio cuidadosamente sopesado en su día para
evitar un eventual retorno del fascismo por vías “legales”. (¿Pero acaso no
está volviendo el fascismo de forma insidiosa, en este, en aquel y en el otro país
de Europa, al socaire de una legalidad descuidada?)
La vieja dama transalpina
ha salido airosa del trance: conserva, a pesar de tanto tiempo transcurrido, un
cariño popular superior al que han acumulado con sus procedimientos expeditivos
algunos jóvenes bárbaros.
Lo cierto es que la
constitución italiana había sobrevivido ya antes a avatares bastante más
rocambolescos. En julio de 1964 pudo haber sido barrida por el llamado “Plan
Solo”, en un episodio aún oscuro en muchos aspectos. Este es el relato, muy resumido.
Se ha desvanecido
el “milagro económico” de finales del decenio anterior, y en el mundo de los
negocios late la idea de desafiar a los sindicatos con una política de ajuste
salarial duro con el acento puesto en la productividad; se trata para las
empresas de dar paso a una nueva etapa económica de ampliación sustancial de los
márgenes de beneficio.
Pero la
Confindustria desconfía del jefe del gobierno, el democristiano reformista Aldo
Moro, cuyo primer gabinete con los socialistas ha resultado fallido, pero que
ha sido encargado de emprender un nuevo intento, también con el socialista
Nenni como vicepresidente. La intención de Nenni es ahora insistir en las
reformas; la del sector más derechizado de la DC, los “doroteos”, es acabar con
ellas. El PCI de Palmiro Togliatti reclama “planificación democrática de la
economía” frente a la omnipotencia de los monopolios, y ofrece la posibilidad
de sacrificios para los trabajadores si se dan en un cuadro de “transformación
social”.
Las negociaciones
para la formación de gobierno se atascan. Es entonces cuando se produce una
serie de reuniones entre Antonio Segni (presidente de la República), Cesare
Merzagora (presidente del Senado), el gobernador del Banco de Italia Guido Carli,
el jefe de la policía Vicari, y el general Giovanni De Lorenzo, comandante de
los carabineros y antiguo jefe del Sifar, el servicio secreto, además de asiduo
colaborador con los Estados Unidos. De Lorenzo aporta a las reuniones un
listado de 300.000 personas, entre ellas muchos políticos y cuadros sindicales,
susceptibles de ser internados después de un “golpe sorpresa” incruento que daría
paso a un gobierno de emergencia, en el caso de que los socialistas no se
muestren más cooperativos.
Es esto último lo
que ocurre, a fin de cuentas. El nuevo gobierno Moro nace con las alas
reformistas severamente recortadas. Giuseppe Tamburrano, que será miembro de la dirección
del PSI desde 1966 y es en ese momento consejero político de Nenni, ha descrito de
este modo la encerrona a la que su jefe se vio sometido (en Storia e cronaca del centro-sinistra, 1971,
pp. 324-26): «El sistema rechazó las reformas, y la clase dominante no vaciló
en prepararse para el choque. O el PSI entraba en el área capitalista, o el
capitalismo se salía del área democrática.»
Togliatti marchará
pocos días después, y a regañadientes, a la URSS, reclamado por Kruschev en
relación con el conflicto ruso-chino, y el 13 de agosto sufrirá la hemorragia
cerebral que pondrá fin a su vida. Será en la etapa siguiente Luigi Longo el
hombre que llevará adelante, con una gran altura de perspectiva y un esfuerzo
inagotable de consenso interno, la carga de la oposición política en un sistema
viciado y en una situación social explosiva.
La idea apuntada
por De Lorenzo o por sus mentores, reconvertida en un plan más articulado y
para nada incruento, recuerda insistentemente lo ocurrido nueve años más tarde
en Chile. La base de partida es la misma descrita por Tamburrano. Si las
fuerzas populares no entran en el área capitalista, el capitalismo se sale de
la democracia.