martes, 6 de diciembre de 2016

AQUELLA EMBOSCADA CONTRA LA CONSTITUCIÓN ITALIANA


Matteo Renzi quería más espacio de maniobra al frente del ejecutivo, y le estorbaba en sus planes el puntilloso e “ineficiente” (he leído el calificativo en un texto incluido en una publicación progresista) equilibrio de poderes establecido en la constitución republicana de 1948; ese equilibrio cuidadosamente sopesado en su día para evitar un eventual retorno del fascismo por vías “legales”. (¿Pero acaso no está volviendo el fascismo de forma insidiosa, en este, en aquel y en el otro país de Europa, al socaire de una legalidad descuidada?)
La vieja dama transalpina ha salido airosa del trance: conserva, a pesar de tanto tiempo transcurrido, un cariño popular superior al que han acumulado con sus procedimientos expeditivos algunos jóvenes bárbaros.
Lo cierto es que la constitución italiana había sobrevivido ya antes a avatares bastante más rocambolescos. En julio de 1964 pudo haber sido barrida por el llamado “Plan Solo”, en un episodio aún oscuro en muchos aspectos. Este es el relato, muy resumido.
Se ha desvanecido el “milagro económico” de finales del decenio anterior, y en el mundo de los negocios late la idea de desafiar a los sindicatos con una política de ajuste salarial duro con el acento puesto en la productividad; se trata para las empresas de dar paso a una nueva etapa económica de ampliación sustancial de los márgenes de beneficio.
Pero la Confindustria desconfía del jefe del gobierno, el democristiano reformista Aldo Moro, cuyo primer gabinete con los socialistas ha resultado fallido, pero que ha sido encargado de emprender un nuevo intento, también con el socialista Nenni como vicepresidente. La intención de Nenni es ahora insistir en las reformas; la del sector más derechizado de la DC, los “doroteos”, es acabar con ellas. El PCI de Palmiro Togliatti reclama “planificación democrática de la economía” frente a la omnipotencia de los monopolios, y ofrece la posibilidad de sacrificios para los trabajadores si se dan en un cuadro de “transformación social”.
Las negociaciones para la formación de gobierno se atascan. Es entonces cuando se produce una serie de reuniones entre Antonio Segni (presidente de la República), Cesare Merzagora (presidente del Senado), el gobernador del Banco de Italia Guido Carli, el jefe de la policía Vicari, y el general Giovanni De Lorenzo, comandante de los carabineros y antiguo jefe del Sifar, el servicio secreto, además de asiduo colaborador con los Estados Unidos. De Lorenzo aporta a las reuniones un listado de 300.000 personas, entre ellas muchos políticos y cuadros sindicales, susceptibles de ser internados después de un “golpe sorpresa” incruento que daría paso a un gobierno de emergencia, en el caso de que los socialistas no se muestren más cooperativos.
Es esto último lo que ocurre, a fin de cuentas. El nuevo gobierno Moro nace con las alas reformistas severamente recortadas. Giuseppe Tamburrano, que será miembro de la dirección del PSI desde 1966 y es en ese momento consejero político de Nenni, ha descrito de este modo la encerrona a la que su jefe se vio sometido (en Storia e cronaca del centro-sinistra, 1971, pp. 324-26): «El sistema rechazó las reformas, y la clase dominante no vaciló en prepararse para el choque. O el PSI entraba en el área capitalista, o el capitalismo se salía del área democrática.»
Togliatti marchará pocos días después, y a regañadientes, a la URSS, reclamado por Kruschev en relación con el conflicto ruso-chino, y el 13 de agosto sufrirá la hemorragia cerebral que pondrá fin a su vida. Será en la etapa siguiente Luigi Longo el hombre que llevará adelante, con una gran altura de perspectiva y un esfuerzo inagotable de consenso interno, la carga de la oposición política en un sistema viciado y en una situación social explosiva.
La idea apuntada por De Lorenzo o por sus mentores, reconvertida en un plan más articulado y para nada incruento, recuerda insistentemente lo ocurrido nueve años más tarde en Chile. La base de partida es la misma descrita por Tamburrano. Si las fuerzas populares no entran en el área capitalista, el capitalismo se sale de la democracia.