martes, 20 de diciembre de 2016

VERGÜENZA DE GÉNERO


A Victòria Bertran, a Ana María Enjamio, a tantas mujeres con nombre y apellidos, convertidas en víctimas “de género”

 

Los juzgados reciben 426 denuncias por violencia de género, cada día. (De los periódicos).
¡Las queríamos tanto! Eran deliciosas, inconstantes, inconsecuentes, frívolas, patológicamente infieles. Móviles cual pluma al viento. Eran nuestra ocupación favorita cuando estábamos desocupados, y nuestro merecido descanso después de guerrear. A batallas de amor, campo de plumas.
Les dimos de pronto, a manos llenas, todo: les dimos nuestro pan, nuestro vino, nuestra cólera y nuestros besos. Nada era bastante para ellas. Nos suicidábamos impulsivamente por culpa de sus desdenes. Fuimos Werther, fuimos Larra. ¿Cómo podíamos quererlas tanto, cómo podían ellas querernos tan poco?
¿Y qué es lo que ha salido mal en este esquema perfecto? ¿Por qué, última y definitiva infidelidad, colmo de su frívola naturaleza, “ellas” se empeñan en vivir su propia vida, en lugar de conformarse pacíficamente con vivir la nuestra?
¡¡Que es lo que está mandado, coño!!
Seguimos suicidándonos impulsivamente por ellas. Con una diferencia: ahora las matamos antes.