Podría ser el plato
del día en un restaurante exótico. Pero es algo muy distinto, y excita hoy por
hoy el asombro unánime de una Europa en horas bajas y ávida de buenas noticias.
“Piel de elefante”
Mariano ha vuelto por donde solía. Sus primeros pasos en la nueva legislatura
han sido concertar con el PSOE una subida del salario mínimo – no porque tal
cosa hiciera falta en puridad, sino con la intención misericordiosa de echar
una mano al compañero de tantos avatares, ahora en apuros mediáticos –; utilizar
el arduo programa de regeneración negociado y suscrito con Ciudadanos como
papel higiénico; subir impuestos indirectos sin tocar de momento la renta, y
darle un nuevo y terrorífico meneo a la hucha de las pensiones.
La rentabilidad
conseguida con estas primeras medidas “de choque” ha sido máxima, e inmediata: de
un lado Jean-Claude Juncker ha retirado viejas amenazas sobre la deuda y aprovechado la
ocasión para expresar su admiración hacia el crack eterno de esta variante peculiar de la Liga de las
estrellas; de otro lado, nuevos sondeos de opinión fortalecen la posición del
PP como partido alfa favorito de un electorado rendido a la veteranía y la
manga por hombro de un líder sorprendente de tan previsible. “¿Pero lo ha
vuelto a hacer?” “Sí, lo ha vuelto a hacer.” “Pero, ¿en minoría…?” “Sacto.” “Pero,
¿cómo…?” “Con un par.”
The Elephant Man and his Constitutional Court, debería ser el próximo gran proyecto de un
Hollywood que también atraviesa horas bajas debido en buena parte a la
ramplonería y dudoso gusto de las preferencias mostradas por sus votantes locales.
Un filme pensado para su exportación al mundo mundial, con la presentación estelar
de un nuevo super-anti-héroe global capaz tal vez de arrebatar multitudes, pero
únicamente en los casinos de algunas pedanías de Pontevedra. La dirección
podría encomendarse a Steven Spielberg. ¿No fue él quien dirigió la serie del
parque jurásico?
Delenda est
Mariano.