miércoles, 7 de diciembre de 2016

MEJORÍA EN LA COMPRENSIÓN LECTORA


España ha sacado una media decente en la encuesta internacional de evaluación de los estudiantes. Nada para tirar cohetes, pero nuestro alumnado ha mejorado en comprensión lectora, no ha perdido gran cosa en ciencias y en matemáticas, y ha mejorado su posición en el conjunto de países debido a que la media ha bajado en otras latitudes.
Se trata de indicadores, con los límites intrínsecos a ellos. Los resultados no prueban la excelencia de la LOMCE, como parecen dar por sentado algunos, ni testimonian la justeza (tampoco lo contrario) de la visión del Ministerio sobre estas materias. El PISA evalúa el nivel educativo de una muestra, que se considera representativa del conjunto del país, de jóvenes de quince años. Nada más. Para los sindicatos de enseñantes, lo que indican los resultados es el esfuerzo hercúleo realizado por la comunidad educadora para mantener los niveles de calidad, a pesar de los recortes drásticos en medios materiales. Sería absurdo, en cambio, valorar a partir de los resultados que esos recortes han sido justos y positivos, y que conviene cebarse con ellos para el próximo curso escolar.
Hay, por otra parte, diferencias muy serias entre autonomías. En las que presentan unos niveles más bajos, el retraso llega a suponer curso y medio de diferencia con las más avanzadas. (Es decir, l@s alumn@s de un instituto radicado en Badajoz necesitarían hincar los codos de aquí a junio de 2018 para ponerse a la altura que ya tienen l@s de otro instituto de Valladolid.)
Seguramente, hay consideraciones que podrían reducir esa enorme diferencia global. La consejera andaluza argumenta que los centros elegidos como muestra en su comunidad corresponden a zonas muy degradadas. Nadie duda que hay centros andaluces con un nivel alto de excelencia, y que de haber sido los elegidos por PISA habrían dado una mejor imagen de la comunidad; pero zonas degradadas, haberlas haylas en todas partes, y los parámetros de una educación para la ciudadanía tienen que llegar también hasta ellas, porque si no, tenemos todos un problema.
Las desigualdades sociales inciden sin la menor duda en los resultados; el amontonamiento de escolares en aulas sobresaturadas, también. Seguro que hay menos problemas de masificación en zonas rurales de Castilla y León, incluso en Navarra, que en los grandes hacinamientos suburbanos de las ciudades. Es el conjunto lo que importa, no hay razón para sacar pecho porque se ha quedado mejor que el vecino.
Otra cuestión importante, que el PISA no desvela, es el “para qué” de una educación que se imparte con tanto desvelo y tan escasos medios. Qué futuro espera a nuestros estudiantes, cómo aprovechará la sociedad sus conocimientos. Es un lugar común repetido hasta la náusea que contamos con las generaciones de jóvenes mejor preparadas de nuestra historia. Todos los índices, no solo el PISA, lo muestran así. Pero es de temer que la excelencia en la comprensión lectora de nuestros y nuestras jóvenes solo les lleve a interpretar con mayor rapidez y eficiencia el mismo mensaje colgado a la puerta de empresas, oficinas, talleres y tajos: «No hay trabajo.»