viernes, 30 de diciembre de 2016

RENOVAR EL 15M


Acabamos el año pasado repletos de expectativas: alboreaba el cambio, el bipartidismo hincaba el pico, y el bonito juego de salón de la independencia catalana se había dotado de una hoja de ruta impecable, gracias al paso a un lado de Artur Mas después de aquella votación tan graciosa en una asamblea de la CUP; pero también había perdido la mayoría virtual en los sondeos, ese 50% + 1 por el que suspira Puigdemont. Éramos de un tiempo y de un país que ya eran un poco nuestros, como había cantado Raimon mucho antes, quizás premonitoriamente.
Bueno, hoy estamos igual que hace un año pero peor.
Rajoy sigue encabezando un gobierno monocolor (y qué gobierno), el bipartidismo ha descubierto la forma de sobrevivirse a sí mismo gracias a la pareja cómica Hernando & Hernando, y la hoja de ruta catalana hacia la desconexión sigue presentando carta de batalla, a pesar de que se parece al GPS del coche de mi cuñado en que llevamos dadas siete vueltas a la misma rotonda.
En eso estamos igual que antes, inmovilizados en el marasmo; estamos peor por la inercia perdedora que hemos adquirido a lo largo de una elección repetida y fallida, y porque aquellas grandes expectativas del pasado diciembre se han escurrido por el desagüe. Nos encontramos inermes delante del mismo Rajoy puro y duro, que se manifiesta decidido a agotar el período de la legislatura (¿alguien lo dudaba? ¿alguien cree haber conseguido ponerle incómodo en su poltrona?); de una Susana Díaz en resistible ascensión dentro de las filas rectas y marciales de un PSOE “the way we were”; de un Podemos en rectificación permanente, y de unas “ciudades rebeldes” atrincheradas para detener la avalancha hostil de las derechas. Colau sin presupuestos, y Carmena cuestionada por enésima vez, ahora mismo por intentar aliviar la polución desbocada en la capital restringiendo el tráfico, y mañana por la cabalgata de los reyes, sea la que sea.
Se anuncia que las pensiones perderán poder adquisitivo; que los salarios no remontarán; que los empleos crecerán indefinidamente sobre la base de contar como un empleo entero cada cachito utilizado en una economía asilvestrada que no planifica jamás sus objetivos. Y, sensacional noticia, ¡vuelve el ladrillo! Para completar el bucle temporal, solo falta que los bancos vuelvan a emitir preferentes y a repartir tarjetas black entre sus consejeros. Eso daría a 2017 el adecuado toque retro, o vintage, que convertiría al país en el asombro, una vez más, del mundo, y en trending topic en las redes sociales. Piel de Elefante Rajoy Brey puede muy bien conseguir eso, incluso más.
Puestos a retroceder en el tiempo, tal vez nos sea posible regresar al 15M de 2011. Los sindicatos han hecho un primer amago de plante; va a hacer falta más madera en esa guerra. Va a hacer falta que a la movida se sumen también tantas gentes que sienten tirria por los sindicatos; y tantos movimientos sociales celosos de su independencia insobornable; y tantos rebeldes para tantas causas distintas, hay donde escoger.
Difícil, sin duda; pero más nos va a resultar seguir oyendo mensajes navideños de la corona, adormecedoras ruedas de prensa del señor Méndez de Vigo y promesas de creación de miles de millones de empleos por parte de la señora Báñez, mientras el Delenda anuncia una prolongación indefinida de sus vacaciones de invierno.
Habíamos acumulado un impulso estimable, y lo hemos perdido. Hemos desperdiciado un año completo, y no nos sobran. Que no se nos escurra 2017 por el mismo desagüe por el que se ha echado a perder 2016.