David Bonvehí es el
responsable de organización del PDeCAT, retahíla impronunciable de siglas en la
que ha renacido la antigua Convergència Democràtica de Catalunya. A ojo de buen
cubero yo, que soy experto en la materia, me atrevo a afirmar que Bonvehí es uno
de los políticos todo terreno más competentes que es posible encontrar hoy en una
especialidad en la que la calidad nunca abunda. Bonvehí, en cambio, se sale. La prueba del algodón son
sus recientes afirmaciones en una cena con las bases del partido, en Manresa.
Dijo en la ocasión que si las cosas del procès
van bien encarriladas en las próximas calendas electorales, colocarán un candidato
“normal”; si todo está muy liado y hace falta un empujón para desencallarlo,
pondrán a alguien muy independentista; y si todo ha salido mal y la moral anda
por los suelos, tampoco hay que preocuparse porque pondrán a un autonomista.
Algunos se han
escandalizado ante un realismo que sitúa su centro de gravedad tan a ras de
tierra. No hay por qué. Zidane y Luis Enrique hacen lo mismo con la alineación de
sus clubes todos los fines de semana. Para lucirse está la alineación de gala; en
los trances apurados se busca un revulsivo; y si el marcador no deja
esperanzas, se conceden minutos de juego a alguno de esos chicos que se definen
colectivamente con el concepto poco glamuroso de “fondo de armario”. En el
fondo de armario hay gente muy apañada que está suspirando por una oportunidad
que le permita mostrar su potencial real al socio y a la prensa.
Igual que después
de una liga viene la siguiente, de modo que siempre es posible enmendar los
desastres y volver a empezar desde cero, también con las elecciones cabe
aplicar la misma regla: si el 3-4-3 no dio resultado y el soberanismo no consiguió
plantar una pica entre los cacahuetes de la hacienda de Jimmy Carter, paciencia.
Ya llegarán tiempos mejores, y para el mientras tanto siempre habrá un
autonomista voluntarioso capaz de cubrir el expediente sin remilgos.
Marx (no Carlos, Groucho)
ya expresó el mismo pensamiento con profundidad y concisión: «Estos son mis
principios, pero si no le gustan no se preocupe: tengo otros.»