viernes, 12 de octubre de 2018

LA SERVIDUMBRE VOLUNTARIA DE CIERTAS IZQUIERDAS


Hace unos días publiqué en esta página un esbozo de reflexión sobre el comportamiento “servicial” de determinadas izquierdas hacia propuestas políticas y sociales abiertamente contrarias a sus ideas e incluso a sus intereses. Titulé aquello “La izquierda subalterna” (1).
En Cataluña ha sido clamorosa la subalternidad de la CUP respecto de la coalición nacionalista ampliamente burguesa y liberal que comanda el asunto del independentismo. La intención proclamada de los cupaires es “ajustar cuentas” una vez se haya consolidado la futura república virtual, cuya consolidación ven como un avance objetivo. Es decir, que el fundamento de la praxis política de hoy mismo es la esperanza de poder revertir más adelante, en el caso aleatorio de una situación objetiva favorable, la (abrumadora) correlación contraria de fuerzas en el interior del bloque al que se adscribe “tácticamente” la organización.
Catalunya en Comú está siguiendo el mismo camino, al apuntalar en el Parlament la opción independentista en el momento en que se desflecaba. En ese camino ha encontrado un expediente extravagante y extemporáneo, la votación de reprobación del rey Felipe VI, en un intento de aglutinar fuerzas dispares para conseguir objetivos muy diferentes, pero no contradictorios en principio.
Está claro que la reprobación del rey y, más allá del rey actual, de la monarquía como institución, es un sentimiento ampliamente compartido por sectores transversales de la ciudadanía catalana. No menos claro está que la iniciativa de C en C no se dirige a promover ningún cambio constitucional, para el que no se cuenta ni con mayoría suficiente ni siquiera con algún apoyo exterior claro, sino que tiene su clave en lo que llamaríamos el “campanario”: la política pequeña. Se refuerza al Govern unilateralista de Quim Torra en un momento de tribulación, con una votación puramente simbólica que le devuelve la mayoría perdida, y se alarga la mano para recibir a cambio el favor que se anhela en el Ayuntamiento de Barcelona. Do ut des, hoy por ti mañana por mí.
Mala señal. Si se sigue el camino de comprometer el presente a cambio de un futuro ilusorio, el pantanal en el que está sumergida la autonomía catalana va a ensancharse y profundizarse. Quienes deberían tirar del carro para desatascarlo, han empujado para hundirlo un poco más. El “caos bajo los cielos” del Gran Timonel Mao les ha parecido una ocasión pintiparada para medrar. La superioridad moral de la izquierda, teorizada por Ignacio Sánchez-Cuenca en un libro reciente, ha brillado por su ausencia. La ética se retira por el foro, y avanza hacia el proscenio el cabildeo como nuevo coprotagonista de la función.
El resultado feliz o desafortunado de esta operación encubierta de baja política se verá en pocos meses. Les emplazo a todos ustedes, queridos lectores, a examinar juntos desde esta bitácora los resultados de las próximas convocatorias electorales.