domingo, 7 de julio de 2019

DE CHARLETA CON JEREMÍAS


Imágenes del Périgord



En el portal de Moissac. El profeta Jeremías pasa de puntillas sobre mi cabeza. (Foto, Carmen Martorell)


Sentí un susurro en las alturas. Mi oído es muy malo, pero la voz parecía llegar de dentro de mí, no de fuera.

─ De Cataluña, ¿verdad?

─ Pues sí, ya ve usted, qué se le va a hacer.

─ La cosa está chunga, allí.

─ Cuénteme algo que yo no sepa.

─ Apéame el trato, colega. Me llamo Jeremías pero puedes llamarme Jerry. Y sí, te cuento algo que no sabes: JxCat ha pactado con los socialistas y les ha dado la Diputación de Barcelona. ERC está que trina.

─ ¿Se trata de una profecía, Jerry?

─ No, no, esto es una noticia, colega. Aquí estamos al día, tenemos wifi y toda la pesca.

─ ¿Puedo saber por qué me llamas colega? Yo no tengo nada de profeta.

─ Yo tampoco. Era un articulista de opinión, igual que tú. Lo de las “profecías” fue una etiqueta que me colgó la Gran Prostituta de Babilonia que se sienta sobre las aguas. Fue porque acerté en lo de Nabucodonosor. Ya sabes lo que ocurre: si aciertas te llaman profeta y maestro; si la cagas, te lapidan.

─ ¿Y eso de la Diputación va en serio?

─ Por estas. ¿Cómo lo ves tú?

─ Sintomático. Allá todo va manga por hombro.

─ «Pusisteis mi heredad hecha una abominación» (2-7).

─ Te estás autocitando, Jerry.

─ Sí, es un viejo vicio. Atiende, y dime si reconoces el percal: «Todos ellos son adúlteros, un hatajo de traidores que tienden su lengua como un arco. Es la mentira, que no la verdad, lo que prevalece en esta tierra. Van de mal en peor, y a Yaveh desconocen» (9-1,2).

─ La has clavado, Jerry, esa es Cataluña hoy por hoy. ¿Y quién es ese tal Yaveh?

─ Un antiguo. Lo han sustituido por falsos ídolos.

─ De lo más falso, sí.

─ El becerro de oro.

─ Más o menos. Lo llaman Ibex 35.

─ Estoy al tanto.

─ Claro. Tenéis wifi.

Pasó un ángel dejando un temblor en el límpido aire matinal, como tintinea un cristal al paso apresurado de alguien. Jerry se inmovilizó. Carmen bajó la cámara. Llegó Conxa con el aviso de que al claustro se entraba por la parte de atrás. Luego debíamos visitar la bastida de Lauzerte y parar a comer en Miramont.