Imágenes del Périgord
En el portal de Moissac. El
profeta Jeremías pasa de puntillas sobre mi cabeza. (Foto, Carmen Martorell)
Sentí un susurro
en las alturas. Mi oído es muy malo, pero la voz parecía llegar de
dentro de mí, no de fuera.
─ De Cataluña, ¿verdad?
─ Pues sí, ya ve
usted, qué se le va a hacer.
─ La cosa está
chunga, allí.
─ Cuénteme algo que
yo no sepa.
─ Apéame el trato,
colega. Me llamo Jeremías pero puedes llamarme Jerry. Y sí, te cuento algo que
no sabes: JxCat ha pactado con los socialistas y les ha dado la Diputación de
Barcelona. ERC está que trina.
─ ¿Se trata de una
profecía, Jerry?
─ No, no, esto es una
noticia, colega. Aquí estamos al día, tenemos wifi y toda la pesca.
─ ¿Puedo saber por
qué me llamas colega? Yo no tengo nada de profeta.
─ Yo tampoco. Era
un articulista de opinión, igual que tú. Lo de las “profecías” fue una etiqueta
que me colgó la Gran Prostituta de Babilonia que se sienta sobre las aguas. Fue
porque acerté en lo de Nabucodonosor. Ya sabes lo que ocurre: si aciertas te
llaman profeta y maestro; si la cagas, te lapidan.
─ ¿Y eso de la
Diputación va en serio?
─ Por estas. ¿Cómo
lo ves tú?
─ Sintomático. Allá
todo va manga por hombro.
─ «Pusisteis mi
heredad hecha una abominación» (2-7).
─ Te estás
autocitando, Jerry.
─ Sí, es un viejo
vicio. Atiende, y dime si reconoces el percal: «Todos ellos son adúlteros, un
hatajo de traidores que tienden su lengua como un arco. Es la mentira, que no
la verdad, lo que prevalece en esta tierra. Van de mal en peor, y a Yaveh
desconocen» (9-1,2).
─ La has clavado,
Jerry, esa es Cataluña hoy por hoy. ¿Y quién es ese tal Yaveh?
─ Un antiguo. Lo
han sustituido por falsos ídolos.
─ De lo más falso,
sí.
─ El becerro de
oro.
─ Más o menos. Lo
llaman Ibex 35.
─ Estoy al tanto.
─ Claro. Tenéis
wifi.
Pasó un ángel
dejando un temblor en el límpido aire matinal, como tintinea un cristal al paso
apresurado de alguien. Jerry se inmovilizó. Carmen bajó la cámara. Llegó Conxa con
el aviso de que al claustro se entraba por la parte de atrás. Luego debíamos
visitar la bastida de Lauzerte y parar a comer en Miramont.