Será difícil
olvidar el bochorno del cruce de descalificaciones públicas entre los dos
líderes de la izquierda asentada del país, y el papel de amigables descomponedores
jugado por Calvo, Echenique y Lastra.
Será difícil, pero
se olvidará si procede. Hay una cuestión de fondo mucho más importante que los
desplantes y las salidas de tono de nuestros tenores de bravura, en el curso de
una función dada en beneficio exclusivo de la triple derecha.
Esa cuestión de
fondo fue adelantada en su momento por dos artículos “de opinión” ejemplares, publicados
ambos en Nueva Tribuna. Ramón Górriz titulaba: «España necesita ya un gobierno
de izquierdas y progresista.» Manel García Biel redundaba pocos días después en
la idea, con mayor concisión pero no con menor energía: «Hace falta un gobierno
de progreso.»
He marcado con
comillas que se trataba de artículos de opinión, porque los dos, más allá del
punto de vista puramente personal, sustentaban sus análisis en el humus
colectivo de una visión de las cosas de la política desde el prisma de las necesidades
perentorias del trabajo asalariado y de una acción sindical amplia, decidida y erga omnes. En la misma NT se puede leer
un rimero de artículos de opinión de índole más particular, que expresan la
exasperación que sienten en estos momentos muchas personas que se sienten
atropelladas en el desbarajuste. Cito algunos títulos significativos: “Gracias
por entregar el poder a los ultras”, “¡Que lo expliquen!”, “El sorpasso
imaginario. Así no”, “La izquierda imposible”, o, el más gráfico, “Iros a hacer
puñetas”.
La Comisión
Ejecutiva Confederal de CCOO ha querido expresar también su posición ante la
situación creada, y las vías que entiende factibles para remediarla (1).
Es necesario, en
efecto, un gobierno de izquierdas, progresista y coherente, con base en un
programa o mejor aún, como señala Javier Doz en otro artículo rememorando a
Julio Anguita, en un “programa, programa, programa”. Lo pide España, lo reclama
Europa, lo exige la recuperación siquiera parcial de los efectos de tantas
desigualdades y tantos desequilibrios globales.
Un gobierno sólido,
un programa coherente, unos objetivos realistas y compartidos. Lo justo. Lo imprescindible
para avanzar tozudamente en un entorno cenagoso.
Nada que ver con surfear
las crisis utilizando medidas de quita y pon, ni con ejercer de salvapatrias de
turno con utillaje de guardarropía. Esto es bastante más serio que el recital
desafinado que han dado nuestros dos tenores, por no hablar del coro
acompañante.
(1) Antonio Baylos
ha reproducido en su blog el comunicado confederal de CCOO. Ver https://baylos.blogspot.com/2019/07/la-voz-de-los-trabajadores-organizados.html