Puestos a malas,
asumida y digerida toda la carga de humillación personal de Pablo Iglesias sumada
a la quiebra de las expectativas de compartir de tú a tú el poder con el PSOE
rampante, ¿no habría sido preferible que Unidas Podemos votara Sí a Pedro
Sánchez, en la votación de investidura de ayer, en segunda vuelta?
Es la pregunta que
se hace Javier Aristu, en un artículo de opinión lleno de sugerencias sensatas (1). Josep Tarradellas,
en su momento, se tragó todos los sapos que le había dedicado Adolfo Suárez y
posibilitó la salida de una situación sin salida para Cataluña en la frágil
democracia reinstaurada.
Es posible aún
recurrir a una solución heroica de ese tipo en septiembre: un gobierno de
centro (imagino que nadie seguirá pensando en este PSOE como la “izquierda”,
después de la confesión de Carmen Calvo de que no podían ceder la cartera de
Trabajo para no preocupar a la CEOE) con apoyo exterior, acompañado de una presión
férrea, por parte de la izquierda multiforme, no confundir con Iglesias &
Montero Sociedad Limitada.
Es dudoso, sin
embargo, que Sánchez mantenga la consideración de socio prioritario para UP en
septiembre. Sus declaraciones indican que va a ir por otro camino: explorar
vías de entendimiento con Cs y PP.
Mientras,
proseguirá el deterioro paulatino de la situación global. Boris Johnson ha
sucedido a Theresa May, y anuncia un Brexit "como sea" para el 31 de octubre. Se
agudizará la guerra comercial entre las potencias; Europa prepara una subida multimillonaria
de aranceles en defensa de su producción automovilística. Draghi anuncia una
nueva bajada de los tipos de interés para facilitar aún más el endeudamiento sin
fin de las familias, mientras mantiene puesta la proa al endeudamiento de los
recursos públicos dirigido a aprontar recursos para la mejora del bienestar social.
Seguirán sin derogarse en España las reformas laborales que han descuadrado y
desquiciado el marco de negociación colectiva, y extendido la precariedad
laboral hasta extremos insostenibles. El Supremo dictará las sentencias correspondientes
a los políticos catalanes que jugaron a la independencia unilateral; serán, según todos
los indicios, sentencias duras.
Vienen tiempos de
endurecimiento climático, y me refiero ahora al clima político. Cada especie se
refugiará en su propio nicho ecológico, atrancará las puertas y cerrará
herméticamente las ventanas a los vientos que soplen de fuera.
Sánchez e Iglesias
nos han hecho al alimón un tremendo descosido. A menos que, después de
suspender en julio, sean capaces de estudiar con más ahínco la asignatura y
pasar la reválida en septiembre.
Tanto para Sánchez
como para Iglesias, la disyuntiva ahora mismo es: o en septiembre, o nunca.