sábado, 20 de julio de 2019

UNA CASA CON MUCHO CARÁCTER


Imágenes del Périgord


A la derecha de la imagen, fachada de la casa natal de Étienne de La Boétie, en la plaza del Peyrou, Sarlat, vista desde la catedral de St Sacerdos.


A mediados del siglo XVI, se percibe en el vasto mundo de la provincia francesa un fuerte empujón por situar el país en las posiciones punteras del renacimiento humanista en Europa, que por entonces era tanto como decir en el mundo. Casi de forma simultánea, Pierre Ronsard ensaya una epopeya nacional, La Franciada; su compinche en el grupo de poetas de la Pléyade, Joachim Du Bellay, publica un manifiesto bajo el título Defensa e ilustración de la lengua francesa; y un outsider, un chico de Sarlat en el Périgord Noir, Étienne de La Boétie, con tan solo dieciocho años hace temblar los cimientos del régimen monárquico absoluto con un pequeño tratado sobre la servidumbre voluntaria, es decir sobre el manso acatamiento del pueblo al despotismo que le ha sido impuesto. Las dieciocho páginas en total del texto despiden simbólicas chispas de rebeldía, de inconformismo y de erudición.

El libelo no encuentra editor, lógico, tanto por su contenido como por su aparición en una época turbia en que la guerra de los Cien Años ha concluido, pero solo para dejar paso a las guerras de Religión entre católicos y hugonotes. Su fama se extiende de todos modos a través de diversas copias hechas a mano que circulan de forma casi clandestina entre los iniciados. Una de esas copias llega pasado algún tiempo al château de Montaigne, en los límites entre el Périgord y el Bordelés, y allí encuentra un eco entusiasta en Michel Eyquem de Montaigne, tres años más joven que La Boétie. Los dos se conocen, y entablan una correspondencia torrencial doblada por una amistad fervorosa. Hacia 1560 ambos ejercen de magistrados, Montaigne en Burdeos y La Boétie en Germignac. Allí morirá este último prematuramente (en 1563), víctima de un brote de peste, con tan solo treinta y tres años. Montaigne conseguirá editar en 1572 a sus expensas el Tratado de la servidumbre voluntaria o el Contra uno, y proseguirá sus propias reflexiones sobre la guerra y la paz, la concordia entre las naciones y los entresijos de la naturaleza humana, en la forma de un género literario novedoso, el Ensayo, nombre que él mismo ideó como título de sus sucesivos libros.

La casa natal de Étienne de La Boétie se encuentra en el cogollo del centro histórico de Sarlat, a dos pasos de la catedral de San Sacerdós o San Sacerdote (nombre de un mártir oscuro de Limoges cuyas reliquias vinieron a parar a este templo, antigua abadía). Un amplio portal en arco se abre a la plaza del Peyrou, y sobre él se alzan tres pisos, abuhardillado el último, con grandes ventanales provistos de maineles. La mansión, de un estilo claramente renacentista, remata en pico, con tejado en ángulo muy agudo y varias chimeneas consistentes.

Hay una estatua “oficial” de La Boétie en Sarlat, en un espacio público, pero el recuerdo más significativo del joven prodigio humanista sigue siendo la mansión en la que nació, hoy monumento nacional, centro de la curiosidad de los visitantes e icono, en cierta medida, no solo de la población sino del departamento de Dordogne y de toda la región.