Escribo sin saber
qué ocurrirá en el Congreso de aquí a pocas horas. Puede que haya investidura,
puede que no. La diferencia no será muy grande en todo caso, algo se ha roto ya
en el forcejeo entre quienes ocupan los cielos en régimen de precariado y
quienes pretenden asaltarlos desde la doble condición de aliados y rivales.
Leo en la prensa
que lo que la dirigencia de Podemos pretende no es un gobierno de coalición,
sino un gobierno paralelo. Han pedido competencias exclusivas en determinados
territorios, dependiendo directamente de una vicepresidencia propia.
Esa bicefalia no es
normal, en ninguna clase de gobierno entendido al modo como tradicionalmente se
ha entendido la función de gobernar. Veamos, lo del gobierno del común tenía
hasta el presente un determinado empaque. Se suponía que dicho gobierno tenía
el deber de representar al conjunto de la ciudadanía, en su indudable y
deseable diversidad. Se hablaba incluso de “leal” oposición para subrayar una
cierta unidad de propósito en todo el arco parlamentario. Se pretendía que la
discrepancia realmente existente se atajara en lo posible y quedara reducida únicamente
a aquellos elementos imposibles de incorporar a una tarea común.
No solo es ese
concepto de oposición leal el que está en crisis; también se cuestiona ahora la
lealtad en el seno mismo del gobierno.
No parece un
invento con mucho recorrido. Si cada elemento diverso de la ciudadanía contara
con su propia fracción del gobierno, se diluiría toda unidad de propósito (de
un lado) y de responsabilidad (de otro) en la gobernanza de los temas comunes,
y todo el asunto degeneraría de forma inevitable en una olla de grillos.
Vamos entonces
hacia una sesión de investidura con todas las incógnitas sin resolver y el
ambiente cargado con la máxima tensión soportable. Mal asunto en cualquier
caso, tanto si la investidura llega a buen puerto (qué clase de puerto será
ese), como si no, y sus señorías nos remiten al 10 de noviembre como nueva
fecha para un bucle más de unos comicios interminables.
El indicio de que
algo se está estropeando de un modo peligroso, y esperemos que no
definitivamente irreversible, está en el cruce de tuits entre Juantxo López
Uralde, ecologista radical y militante de Equo, en los suburbios de Unidas
Podemos, y Teresa Ribera, ministra socialista en funciones de Transición
ecológica.
Este es el tuit de
Juantxo, que incluye un ataque nítido al presidente del gobierno con el que
aspira a coaligarse:
«Por
dejarlo claro: Pedro Sánchez no quiere dejar en manos de UP ni una sola
competencia en Transicion Ecológica, Medio Ambiente o Energía. Por qué será. #EmergenciaClimatica #PedroNoQuiere #PedroNoSeAtreve»
Y esta es la
respuesta inmediata de Ribera, que ha trabajado junto a Uralde durante toda la
etapa anterior de gobierno, e incluso desde bastante antes:
«Ay Juantxo! Qué
pena… En fin…»
Suscribo al cien
por cien el tuit de la ministra. Y en relación con la investidura, mi mejor
deseo es el de los toreros al salir al redondel: que dios reparta suerte.