Castellers con mascarilla y ‘castells
nets’ contra la Covid 19 (foto La Vanguardia).
Joan Canadell,
flamante presidente de la Cambra de Comerç, se ha felicitado por el “insuceso”
(JLL Bulla dixit) europeo de Nadia Calviño frente a Pachlan Donohoe. El
irlandés representaría, según Canadell, a una Europa más próxima y más propicia
a las aspiraciones catalanas.
Bulla ha preguntado
en voz alta si ese es también el sentir oficial de los cuarteles generales,
cada vez más prolíficos y a la vez más esquifidos, del independentismo catalán.
Hasta ahora no ha habido respuesta de los implicados, ni se la espera. No hay
ni habrá posición oficial del “complejo Waterloo” y adláteres varios.
Oficiosamente, podríamos hacer valer iuris
tantum la presunción de que, en su modo de sentir, los enemigos de los
enemigos de Catalunya son amigos de sus amigos.
Cosa curiosa, algo parecido
ocurre en el entorno de PP-VOX. No han hecho alharacas de don Pachlan, pero sí
han echado pestes de Calviño y de todo el actual gobierno por extensión. “Que
así no se puede ir por Europa, que Europa rechaza el bolivarismo descarnado.”
Sin mencionar, ni siquiera de pasada, que entre los votos que “sí” recibió Calviño
estaban los de Alemania, Francia, Italia y Portugal.
¿Cuál es la Europa de
Canadell, el cual no es más que un Nicodemo de Waterloo por otra parte? ¿Cuál,
la de Casado? Vendría a coincidir en ambos casos, oh maravilla, con la de
Kaczinski, Orban y Rutte, amén de Le Pen y Salvini, todos los cuales se han congratulado
igualmente del resultado de la votación para la presidencia del Eurogrupo.
Los piratas europeos,
me decía ayer Manuel Rodríguez Lorenzo, un amigo. Los tiburones.
Alfons Labrador, otro amigo, en un sagaz post en Facebook, ha apuntado a la Cataluña que
tentativamente propone Canadell: un semiparaíso fiscal, opaco, secreto como una
segunda Suiza, bien relacionado con el flujo global de los capitales
multinacionales para los que ya Jordi Pujol quiso acondicionar a Cataluña como
pista de aterrizaje. Una pista de aterrizaje amenizada con plantadas de castellers y concursos anuales de gossos d’atura, y señoreada desde su
santuario por la marededéu de Montserrat.
La gestión, la eficiencia, la feina ben
feta, se refieren únicamente al trato dispensado a esos clientes
privilegiados, que se agolparán para ocupar un puesto aventajado en la larga
lista de beneficiarios de los favores de las innúmeras bancas catalanas, a
cambio, eso sí, de módicos tantos por ciento en concepto de comisión.
Lo de las
residencias geriátricas, el sistema público de salud y el alojamiento a los
temporeros de la fruta, es enteramente otra cosa. Al fin y al cabo, dice la
consellera Vilallonga, tanto en las residencias como en los hospitales de la xarxa pública y en los alpendes al aire
libre en los que se hacinan los cosechadores semi resguardados de la intemperie,
se habla demasiado castellano. Por no mencionar otras lenguas, menos ofensivas sin
embargo para su delicado oído.