jueves, 23 de julio de 2020

MARSÉ Y DIEZ MÁS



Juan Marsé en la Librería la Central. (Foto, Guillermo Moliner, tomada de El Periódico de Cataluña)


Al parecer el problema con Juan Marsé es que no escribía en catalán. «Nunca», ha dicho un poncio, para remarcar la gravedad del caso. De haber escrito «alguna vez» en catalán, como ha hecho por ejemplo Eduardo Mendoza, la respuesta idónea estaba ya ahí, prefabricada, por otra poncia de la misma cuerda: «Demasiado castellano.» En el caso de que hubiera escrito «siempre» en catalán pero no comulgara con las ideas dominantes en la tribu, se le habría marginado como a Raimon: «No és dels nostres.»

Al parecer el problema es que solo sería cultura la cultura en catalán, y con un sentido político determinado. El resto no sería cultura, sino cosa de bárbaros. Como al Institut Nova Història le pareció excesivo clasificar a Cervantes entre los bárbaros, fabricó ex profeso un recurso salvador: Miquel Sirvent habría escrito el Quitxot en catalán, y desde Madrit nos habrían impuesto una traducción castellana baja en quilates o en calorías. Lo excelso de verdad era la versión original subtitulada que escribió Sirvent en catalán y que nunca llegó a ver la luz de la imprenta, por envidias.

Mal asunto, colocar la lengua como signo de distinción último de una élite social. Incluso si dicha élite hablara el catalán con corrección y fluidez, lo que no es el caso. La cultura xarnega abominada desde las conselleries y los òmniums ha infectado sin remedio posible a la élite de casa nuestra, cuya característica cultural principal ahora mismo es que no habla bien ni el catalán ni el castellano: el segundo porque no quiere, el primero porque no sabe.

Juan Marsé exploró maravillosamente estos recovecos de la estructura de clases sociales en Cataluña, y construyó para explicarlos un territorio propio muy preciso, por el que transcurrían personajes extraordinarios, multiformes y pese a todo creíbles, por lo contenidos en su exageración literaria. Últimas tardes con Teresa, La oscura historia de la prima Montse y Si te dicen que caí, por lo menos esas tres para no ampliar demasiado el abanico de la reivindicación, deben formar parte por derecho propio tanto de la historia de la literatura española, como de la catalana. En el sentido de que, para entender toda una época no del todo fenecida de España y de Cataluña, hay que recurrir a Marsé. No solo a él, claro; pero sí, inexcusablemente, a Marsé.

Marsé y diez más, como dicen “Messi y diez más” los entrenadores del Barça cuando tienen que dar la alineación para el próximo partido.