domingo, 26 de julio de 2020

PACO FRUTOS



Francisco Frutos Gras (foto EFE).



Un cáncer se ha llevado a Paco Frutos. Calculo que no se lo habrá llevado muy lejos; era un hombre de mi generación, apenas unos años mayor que yo. Sé que le seguiremos otros a corta distancia. No es un pensamiento agradable, pero quienes nos hemos educado en su escuela sabemos que tampoco es una cuestión que tenga mayor importancia: es “lo que hay”, como al mismo Paco le gustaba decir a propósito de muchas cosas. Algo que se da por descontado. Que se acepta a beneficio de inventario.

Paco era un hombre de una dureza peculiar. Los reveses cotidianos en asuntos de coyuntura, de corto aliento, le dejaban impasible. En determinados debates del comité central del PSUC y del PCE le vi un aire ausente; tomaba notas ─breves─ con un rictus particular de la boca. Siempre prefería mirar lejos, buscar los máximos, considerar las dificultades previsibles en los trayectos largos. El regate en corto no era su especialidad; el breve plazo no atraía su atención, no le daba ni frío ni calor.

Desdeñaba entrar en discusiones sobre la calderilla de la política. Como un metro de platino iridiado, su vara de medir tenía la misma exactitud rigurosa en el ardor de la acción y en la frialdad del planeamiento. Pero (ahora pienso sobre todo en el sindicato) muchos temíamos sus tremendas broncas cuando, ¡tantas veces nos pasaba!, habíamos estado por debajo de la altura precisa que él veía en nosotros.

Fue un hombre de organización, en la fábrica, en el sindicato y en el partido. No fue un teórico, ni un táctico hábil, ni un hombre que buscara consensos por encima de todo. Daba instrucciones precisas, y luego pedía cuentas rigurosas.

Hace pocos años, coincidimos en una visita a Pineda de Marx. Él llegó acompañado de Doménec, el librero de La Llopa, y llevaba para José Luis López Bulla verduras cogidas de su huerto en Calella; yo había ido a devolver un libro prestado. Hacía muchos años que no veía a Paco, y sentí un vuelco particular en el pecho, el de quien regresa a un tiempo pasado.

En la conversación, José Luis le preguntó si recordaba la primera vez en que alguien intentó sobornarle. Paco se acordaba muy bien. La contó con detalle, con nombres y con toda clase de calificativos a la persona que le tentó. José Luis también contó su propia historia. Nos reímos juntos de aquellas cosas.

Pensé en aquel momento que ciertas formas de interactuar en el entorno económico eran iguales en otro tiempo que ahora mismo. «Voy a hacerle una propuesta que no podrá rechazar…» Pero la oferta era rechazada, de todos modos.

Echamos hoy de menos el temple de dirigentes como Paco Frutos. Se le han hecho muchas críticas, por sus posiciones políticas, por sus decisiones y por sus declaraciones. Ninguna, que yo sepa, por su integridad personal.