Esto sucedió antes
del ciclo de las mascarillas. Paseábamos Carmen y yo por Ciutat Vella, en
dirección a Santa María del Mar, y dimos en “chicanear” por un laberinto de
callejuelas antiguas que los dos conocíamos mal. Tomamos por Vigatans, y en el
cruce con Mirallers encontramos la figura que aparece sobre estas líneas.
¡Sé tanto y tan
poco al mismo tiempo de la historia y los rincones de mi ciudad! No conocía la
imagen, que según he visto más tarde en diversas fuentes, es notoria. Yo la
tomé a bote pronto por un ángel guardián, protector de viandantes. Algunos
cronistas señalan, sin embargo, un origen muy diferente. Con esas cabezas
femeninas, dicen, se señalaban las casas de comercio sexual, por imposición de
las autoridades municipales. También era obligado poner un farol rojo a la
entrada.
Encuentro funcional
lo del farol rojo: tiene la ventaja de que se quita y se pone con facilidad. No
me creo, en cambio, que un burdel, por mucho que las ordenanzas de la época
exigieran una identificación inequívoca, se anunciara por medio de una figura de
piedra, cincelada con esmero y encastrada en el muro. Un reclamo al cliente suele
estar colgado de manera que sea posible hacerlo desaparecer cuando cambie la
orientación del negocio. Es una norma consuetudinaria en todos los negocios; no solo en el de la alcahuetería. Nadie labra la enseña de su negocio en piedra sobre piedra para que siga ahí impertérrita siglos después de que el local cerró.
Alguien encargó una
cabeza femenina a un artista, para que la pusiera precisamente en ese lugar.
Admito la posibilidad de que hubiese en la zona un tráfico sexual considerable,
pero a mi entender, en tal caso esa figura angélica concreta habría sido
colocada precisamente ahí en misión de salvaguarda de las ánimas caedizas. Una especie
de «detente bala» de otro género.
Contemplen despacio
el óvalo encantador de la cara, los cabellos bien ordenados y recogidos, los
ojos que no miran hacia afuera sino al interior, quizás a la esencia de los eventos
consuetudinarios tal y como desgraciadamente acontecen en la rúa, un día sí y
otro también.
Llámenla puta, si
así les parece. Para mí, sigue siendo un ángel. El ángel de la guarda de
Vigatans esquina Mirallers.