viernes, 24 de julio de 2020

LA FULANA Y EL ÁNGEL



Esto sucedió antes del ciclo de las mascarillas. Paseábamos Carmen y yo por Ciutat Vella, en dirección a Santa María del Mar, y dimos en “chicanear” por un laberinto de callejuelas antiguas que los dos conocíamos mal. Tomamos por Vigatans, y en el cruce con Mirallers encontramos la figura que aparece sobre estas líneas.

¡Sé tanto y tan poco al mismo tiempo de la historia y los rincones de mi ciudad! No conocía la imagen, que según he visto más tarde en diversas fuentes, es notoria. Yo la tomé a bote pronto por un ángel guardián, protector de viandantes. Algunos cronistas señalan, sin embargo, un origen muy diferente. Con esas cabezas femeninas, dicen, se señalaban las casas de comercio sexual, por imposición de las autoridades municipales. También era obligado poner un farol rojo a la entrada.

Encuentro funcional lo del farol rojo: tiene la ventaja de que se quita y se pone con facilidad. No me creo, en cambio, que un burdel, por mucho que las ordenanzas de la época exigieran una identificación inequívoca, se anunciara por medio de una figura de piedra, cincelada con esmero y encastrada en el muro. Un reclamo al cliente suele estar colgado de manera que sea posible hacerlo desaparecer cuando cambie la orientación del negocio. Es una norma consuetudinaria en todos los negocios; no solo en el de la alcahuetería. Nadie labra la enseña de su negocio en piedra sobre piedra para que siga ahí impertérrita siglos después de que el local cerró.

Alguien encargó una cabeza femenina a un artista, para que la pusiera precisamente en ese lugar. Admito la posibilidad de que hubiese en la zona un tráfico sexual considerable, pero a mi entender, en tal caso esa figura angélica concreta habría sido colocada precisamente ahí en misión de salvaguarda de las ánimas caedizas. Una especie de «detente bala» de otro género.

Contemplen despacio el óvalo encantador de la cara, los cabellos bien ordenados y recogidos, los ojos que no miran hacia afuera sino al interior, quizás a la esencia de los eventos consuetudinarios tal y como desgraciadamente acontecen en la rúa, un día sí y otro también.

Llámenla puta, si así les parece. Para mí, sigue siendo un ángel. El ángel de la guarda de Vigatans esquina Mirallers.