martes, 7 de julio de 2020

LA MONI VRONDA


Paisajes


Subimos allí en julio de 2006, y era el peor momento posible pero no lo sabíamos. La Moni Vronda (se escribe también Vronta, la pronunciación es la misma en cualquier caso) fue uno de los monasterios mayores y más influyentes de la isla de Samos. Está colgado en lo más alto de un risco sobre la costa norte de la isla. La población de referencia en la costa es Kokkari, que tiene un par de playas muy agradables, terrazas amplias a la orilla del mar donde comer bien, y tiendas de artesanías, en particular cerámicas, dignas de mercadeo.

De Kokkari sube a Vourliotes una carretera sinuosa y muy empinada. Vourliotes es un balcón al mar a media altura, un rincón encantador, lleno de recodos, hecho para perderse allí o, alternativamente, para encontrarse uno mismo de una vez. En una de las curvas de la carretera que une Vourliotes con la línea de la costa, un monumento sobrio señala el lugar por donde se despeñó (debió de ser por los años veinte o treinta del siglo pasado) el autobús escolar que llevaba a la escuela de Vathi a los niños de Vourliotes. El autobús perdió los frenos, y el pueblo perdió de golpe todo su porvenir. A tantos años de distancia, el dolor se había calmado ya bastante, pero la memoria no se había atenuado en absoluto.

En Vourliotes almorzamos en el restaurante más bonito del mundo. Está en la plaza, con la fachada pintada de blanco y azul, un gran porche bajo el que anidan las golondrinas, y unas mesas de manteles a cuadros y sillas de enea plantadas como si estuvieran en el mismo lugar desde siglos. No recuerdo lo que comimos, nada de particular, comer bien no tiene por qué significar comer exquisiteces.

Desde Vourliotes se sube hasta la Moni Vronda por una pista asfaltada. El monasterio tiene su origen en el monaquismo contemplativo de la primitiva Edad Media, pero creció mucho en arquitectura y en influencia en los siglos XV-XVI. La fábrica que vimos por fuera es renacentista, si es posible clasificarla de alguna manera; dentro no pudimos entrar, porque estaba en proceso de reconstrucción: en 2000 había sufrido un incendio devastador. A eso me refiero cuando digo que subimos en el peor momento posible.

Ahora, lo he visto en Google, el monasterio está enteramente restaurado, puede visitarse, y el gran patio central y la iglesia son, por las fotos que veo, dignos de visita. De alguna forma me recuerdan un sitio visto años después en otra isla, Creta: el monasterio de Arkadi, más notorio sin embargo por hechos históricos que por su porte artístico, que es muy grande.

En el muro exterior de la Moni Vronda nos llamó la atención un friso con relieves de mármol incrustado en el muro, con un tema simbólico que incluía unas garras de ave predadora clavadas en el cuerpo de serpientes que se retuercen hacia arriba. Aquí abajo tienen una muestra.