Dicen los chistosos
que Artur Mas y Oriol
Junqueras, puestos en el compromiso de nombrar un cabeza de lista para
el próximo 27S y en la imposibilidad de contar con las dos piezas más deseadas,
Ianis Varoufakis y Pep
Guardiola, han optado por lo que más se parecía a los dos entre lo que
tenían en existencias.
Es un chiste,
claro. Lo que le da consistencia es que los dos prohombres de la independencia
catalana siempre, hasta ahora, a falta de lo que de verdad deseaban se han
conformado con algo más o menos parecido: del referéndum decisorio pasamos a
una consulta informal, del plebiscito a unas elecciones autonómicas más o menos
plebiscitarias según el cristal con que se mire; y de la lista única a una “llista
del president” en la que el president in
pectore oficia de falso delantero centro y cede la punta de lanza del
equipo a un hombre de paja.
Un hombre de paja.
Esa es la cruda realidad. Un hombre de paja para una lista de paja pensada para
unas elecciones de paja en las que la perspectiva de una secesión no es más que
humo de pajas.
Siento ser así de
duro, pero amo a Cataluña, a la Cataluña real y contradictoria, popular y
menestral, mestiza y pobre a pesar de tantos ricos encastillados en palaus de
la música y de otras músicas. No me hacen gracia ni los volatines ni los
teatros de marionetas. No atiendan a sus pantallas de plasma, miren ustedes en
otra dirección, tengan la bondad. Habrá más listas donde elegir, en septiembre.
Una de ellas es posible que la encabece Joan Coscubiela.
No estoy hablando de concursos mediáticos ni de glamures ni carismas. Comparen
trayectorias, hojas de servicios, coherencias. Comparen discursos. Díganme
luego en conciencia si prefieren la lista de Coscubiela o la de Raül Romeva.