jueves, 30 de julio de 2015

MIS GUIÑOLES


Existe la posibilidad de que entre la realidad virtual y la analógica existan canales ocultos y comunicaciones esotéricas, que no sean dos universos totalmente separados; y en ese caso, estamos todos perdidos.
No hablo a humo de pajas. Los días pasados he entretenido mis ocios veraniegos escribiendo una ficción en siete capítulos que han podido seguir ustedes paso a paso en este mismo sitio. He tomado a unos cuantos políticos conocidos y los he metido sin contemplaciones en un enredo de tintes delirantes. Eso sí, como en aquellos guiñoles que en tiempos daba Canal Plus en abierto y que me han servido de precedente y en cierto modo de ejemplo, he procurado con cierta aplicación dotar a mis muñecos virtuales de un parecido más o menos logrado con las personas correspondientes en la realidad analógica (en la verdad de verdad, vaya): Lagarde era voraz y desprovista de prejuicios, o sans-façon como les gusta decir a los franceses; Varoufakis, dispuesto a sacrificarse por la causa mientras eso no perjudicara su perfil mediático de macho alfa; Putin, ceremonioso y hueco además de paranoico; Rajoy, a remolque de unas circunstancias que nunca acaba de comprender bien y dejándose llevar por pálpitos y ocurrencias, por mucho que presuma de sentido común; Montoro, bravucón y bocazas; Guindos, marrullero y snob; Schäuble, gruñón y pejigueras; Merkel, testaruda y caprichosa como una niña que no ha acabado de crecer.
Vuelvo de la ficción a la lectura de los periódicos, y me encuentro con los siguientes titulares:
«El Parlamento griego estudia una demanda contra Varoufakis por un delito de “alta traición” en las negociaciones con el Eurogrupo.»
«Luis de Guindos salpicado por las escuchas de la trama corrupta Púnica.»
«Mariano Rajoy designa al ex alcalde de Badalona, el racista Javier García Albiol, como cabeza de lista del PP catalán para el 27S.»
«Asesores de Merkel abogan por un mecanismo de salida de la Eurozona en caso de insolvencia.»
«Putin propone al presidente de la FIFA Joseph Blatter para el premio Nobel de la Paz.»
Es solo una sospecha no confirmada, pero temo que mis inocentes disparates virtuales estén contaminando la realidad. Esto ya no es el consabido juego de los “memes” que acompañan desde las redes cualquier noticia chusca: esto es que esas cosas yo las dije antes. La realidad se ha dedicado a copiar con una fidelidad aberrante el guión que yo había escrito.
No sé qué hacer ahora: si presumir de poderes en el Café Central de Sant Pol, o entregarme en el cuartelillo más próximo de los Mossos con mi confesión completa de chivo expiatorio: «No busquen más, señores, he sido yo.»