Ante el aluvión de
noticias “inexactas o matizables” que bombardean desde la prensa libre las
actuaciones del Ayuntamiento de Madrid desde el mismísimo día después del
cambio de equipo de gobierno, la alcaldesa Manuela
Carmena, ese lobo feroz disfrazado de abuelita, se cansó un día de
preguntar «Pero ¿de dónde ha salido esa barbaridad?» y creó la web Versión Original para
restablecer la verdad consistorial en sus justos términos.
Parece una
iniciativa pacífica y plausible, pero no. Es una afrenta a la libertad de
prensa. Tiene «un halo de censura», según doña Elsa
González, presidenta de la Federación Española de Asociaciones de Prensa
(FAPE), a quien por lo visto le preocupan mucho más los desmentidos del
Ayuntamiento que las mentiras reiteradas de sus muchachos.
La diferencia es evidente
y nada sutil. Hay censura cuando se impide a alguien divulgar un hecho cierto,
por razones que importan al poder o a la razón de estado, que viene a ser lo
mismo. Hay desmentido cuando se corrige una información no veraz. Las
informaciones no veraces, por mucho que las avalen las cabeceras más reputadas de
los medios de comunicación, no tienen bula ni por parte de nuestra tan baqueteada
constitución del 78, ni por la reiterada jurisprudencia de los tribunales,
incluida la más torticera que imaginarse pueda.
Si la alcaldesa, en
lugar de querellarse cada dos por tres contra quienes la acusan de hacer lo que
no hace, ha elegido crear una web donde los raros espíritus delicados que aún
subsisten puedan informarse de forma veraz para evitar engullir las pesadas
ruedas de molino que se les sirven cada mañana con el desayuno, debería ser
objeto de alabanza antes que de censura. Se diría que su iniciativa es cosa de
sentido común, una cualidad muy alabada por nuestro presidente del gobierno,
pero tan de capa caída en nuestro país como las rentas de las clases medias y
bajas. No solo doña Elsa González se apunta al
derrape generalizado de las meninges; también, y ya es maravilla, el compañero
de consistorio de Manuela, Antonio Miguel Carmona,
que tiene sin duda suficientes datos en la mano para saber quién se está
comportando de forma ética y quién no, en este rifirrafe.