Se está haciendo la
ola sin disimulo a Albert Rivera, en la actual situación de impasse en la
investidura. Gusta a todos: a los medios, a la jerarquía eclesiástica, a la
cúpula militar, al colectivo de las amas de casa. Los descosidos se le disimulan:
en sus listas, confeccionadas con cierto apresuramiento, han aparecido ex
falangistas, ex blaspiñaristas, ex corruptos, y ahora es llamada a declarar en
el caso Púnica su número 3 en la Comunidad de Madrid, Eva Borox, que en su
época de concejal de Valdemoro por el PSOE se había distinguido por su buena
amistad y concordia con el conseguidor Marjaliza, que le proporcionó los fondos
requeridos para algunos viajes turísticos. Nada de eso importa mucho a efectos
de publicidad. En El País-Metroscopia acaban de confeccionar una encuesta de
opinión a la medida de Rivera, según la cual Ciudadanos rebasa ya de largo en intención de voto a la
turba demoníaca de Podemos.
Rivera no tiene
partido detrás, ni ideología, ni perspectiva de gobierno. Es el líder ideal;
estará a lo que le digan. Lo que le digan, claro está, quienes tienen poder y
autoridad para decir.
Rivera tiene una
fisonomía agradable, un tono de voz suave, viste con aliño y muestra la debida
firmeza para defender en todas las ocasiones posibles la libertad omnímoda del
dinero y la prosperidad necesaria de los negocios. La operación de lanzamiento
no ha tenido tanto éxito como la de Mauricio Macri en Argentina. Macri, otra
cara agradable y otro pasado anodino, ha conseguido la presidencia, y su
primera batalla en el Congreso va a ser la votación de un pacto sobre los
fondos buitre que contradice varias leyes estatales. El cronista de El País,
Carlos Cué, aclara de este modo los intríngulis de la cuestión: «El Gobierno juega contrarreloj: antes del 13 de abril
necesita tener aprobadas en el Congreso y el Senado las leyes que desbloquean
ese pacto alcanzado en Nueva York. Si no lo logra para entonces, el acuerdo
decae y el descrédito internacional de Argentina será muy importante en
especial en los mercados financieros, que han acogido la llegada de Macri con
gran entusiasmo.»
Los mercados financieros han acogido “con
gran entusiasmo” la llegada al poder de Macri, un líder dócil. Los mismos están
haciendo también la ola a Leopoldo López, el líder opositor venezolano
encarcelado: guapo también, y con un currículo vinculado a la ultraderecha política
(según algunas fuentes, también a la CIA), más un intento previo de candidatura
presidencial frustrado por un caso de corrupción. Cristina Cifuentes ha colgado
del emblemático edificio de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol, dos
carteles pidiendo la libertad de Leopoldo: una iniciativa solidaria
internacional insólita, sin ningún precedente conocido. La propia Cifuentes
patrocina la presentación de un libro de López, “Preso pero libre” en la Real
Casa de Correos, para la que está anunciada la presencia del nóbel literario
Mario Vargas Llosa y del ex presidente de España Felipe González Márquez.
La futura docilidad de López, como las de
Rivera y de Macri, queda así debidamente asegurada.