jueves, 7 de julio de 2016

AL MARGEN DE LA LEY


Cualquier poderoso considera preferible saltarse la ley a cumplirla, cuando olfatea un negocio redondo. Acatar las leyes es de mindundis, el poderoso de verdad apura hasta el fondo la plenitud de la vida libre de ataduras en una pradera sin ley. Ríanse de Liberty Valance, los auténticos forajidos tienen nombres tales como Tony Blair y Josemari Aznar. Ellos dos concibieron un teatrillo para hacer ver que habían agotado todos los prerrequisitos estipulados antes de declarar la guerra a Irak. Ahora se descubre que nunca ocurrió así, que mintieron a las personas que les habían elegido y a las que representaban. ¿Y qué? Será cierto que no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, pero eso suele sucederles sobre todo a los plazos para la prescripción; y en cuanto a las deudas, al poder le basta con echar mano del tesoro, siempre a su disposición, y como último recurso a los fondos para las pensiones. A los pensionistas, que les dé un repaso verbal Andrea Fabra. Y mucho ojito con protestar, que me estoy fijando.
Blair ha pedido perdón, con un retraso casi eterno y cuando el pastel ha sido descubierto en todos sus extremos. Lo ha hecho más que nada por la forma, retrucando que de todos modos el mundo es un lugar mejor sin Saddam Husayn. Aun siendo verdad, y no me duelen prendas para reconocerlo, no es “toda” la verdad. Toda la verdad sería que el mundo también habría mejorado notablemente sin la presencia de Blair, de Aznar y del comandante en jefe de los dos, George W. Bush, que fue quien les metió en la faena. No se percibe que el trío de las Azores haya deparado a la humanidad globalmente considerada ningún progreso, ni siquiera un solo momento de felicidad. Ni Aznar ni Bush han pedido perdón, de todos modos. Su compi británico debe de parecerles un mariquita; sin prepotencia y chulería, el poder pierde su auténtico sabor.
Vayamos ahora a un poderoso de otro tipo, Didier Lombard. Era el presidente de France Telecom (hoy Orange) en 2007, y se propuso eliminar 22.000 empleos en tres años. Ya saben ustedes que, en el mundo de los grandes negocios, siempre aparecen puretas inoportunos que se empeñan en chafar la guitarra a los grandes boss. Eso irrita a quienes ejercen el poder. Cuando alguien tiene un plan grandioso y los medios (oscuros) para llevarlo a cabo, nada fastidia más que alguien te venga con mamandurrias de leyes laborales y convenios colectivos. Lombard se enfrascó en una política de reorganización drástica, con métodos que han sido calificados de “brutales” y de “acoso moral”. «Conseguiré las salidas de una manera u otra, quienes no salgan por la puerta saldrán por la ventana», alardeó ante testigos. En tres años, salieron “por la ventana” 60 (sesenta) personas.
La justicia siguió su curso (lento); el caso aun no ha sido instruido del todo, pero parece que ya está casi a punto. La fiscalía de París ha pedido el procesamiento de Lombard más otros seis colaboradores directos. Aún no se sabe cuál será la postura definitiva del juez instructor. La abogada de la empresa se ha mostrado “desagradablemente sorprendida” por la petición fiscal, pero en todo caso, afirma, se trata solo «de una etapa más del proceso». Según ella, no hubo tal brutalidad en los métodos. Todo ha sido un bulo interesado y malicioso. Los/las sesenta suicidas, se supone, ejercieron libremente su derecho a decidir. Que les den otra dosis de Andrea Fabra.