domingo, 17 de julio de 2016

SEDUCCIÓN


Estamos en un bucle, y cada mañana el timbre del despertador nos recuerda que el tiempo pasa pero no pasa. Es opinión general que hay que hacer algo para evitar unas terceras elecciones en noviembre. Mariano lo va a intentar. Esta vez lo va a intentar en serio. En serio, va a intentarlo en serio. Su plan maestro consiste en seducir a Pedro.
Lo va a intentar primero con una aproximación de programas. Es posible que no resulte, todo el mundo sabe que los programas no son más que verborrea administrativa insustancial: “se implementará esto”, “se articulará lo otro”, “hará falta una reflexión en profundidad”. Es difícil que Pedro pique el anzuelo, sin embargo, porque nadie ignora a estas alturas que lo importante de un programa es justo lo que no se dice, lo que va entre líneas.
Pedro se ha curado en salud y ha adelantado a los medios que, llegado el caso, dirá no. No, a lo que sea. Y si Pedro dice que no, Albert también pondrá pegas. No importa, nada que no se pueda remediar con tiempo, y de momento el tiempo no corre. Es un invento, lo del tiempo administrativo. Si no hay sesión de investidura no corre el plazo, de modo que el truco está en saber en qué fecha colocar la sesión de investidura. Consigna: no antes de haber seducido a Pedro. Si falla lo del programa, que fallará, se le puede seducir provocándole un pánico insuperable a las terceras elecciones. Todos se tientan la ropa con unas terceras elecciones, pero no pasa nada. La gente se acostumbra a todo, y si hay que seguir votando cada seis meses pues se vota cada seis meses y punto. Hasta que salga el resultado correcto.
Mientras tanto, gobierno en funciones, mucho poder judicial contra la sedición, mucho poder policial contra los venezolanistas insolventes y sus metáforas. Honda estupefacción en Bruselas, donde los altos funcionarios europeos quieren multarnos por los incumplimientos presupuestarios, pero no saben a quién multar, ni cuándo, ni para qué. Con la boca abierta los tenemos, admirados de los matices y las esfumaturas idiosincráticas que caracterizan a nuestra democracia peculiar, única en el mundo mundial.
Los indicios apuntan a que el próximo Balón de Oro será para Cristiano Ronaldo. Las Pelotas de Plomo deberían ir a parar sin la menor duda a la vitrina del salón del domicilio de Mariano Rajoy.