miércoles, 20 de julio de 2016

CABRIOLAS EN EL CONGRESO


La vieja política (ah, ¿pero había una nueva?) se ha dado un homenaje ayer en el Congreso de los Diputados. El veterano diputado de Esquerra Republicana de Catalunya, Joan Tardá, lo resumió del modo siguiente: «Buscarse la vida es legítimo; otra cosa es si es ético. El juego parlamentario da para cabriolas de este tipo.» A quienes seguimos semana a semana el programa satírico “Polònia”, no nos habría extrañado que Tardà culminara su declaración con un: «Perdonad, pero alguien tenía que decirlo.»
Cabriolas. CDC facilitó con su abstención la elección de Ana Pastor, del PP, como presidenta del Congreso. En rigor no habría hecho falta, pero de todos modos se hizo así. Quico Homs, portavoz de la formación, se defendió con el siguiente argumento, no muy sofisticado: «¿Por qué tengo que votar a Patxi López si el PSOE no me ofrece nada?»
Qui s’excuse s’accuse. Sus palabras dejan entrever que el PP sí le ha ofrecido algo. Todo, pues, igual a como solía hacerse en los mejores tiempos de la vieja política, esa que debía haber quedado arrumbada de forma definitiva el pasado 20D. Y mira que ha corrido agua desde entonces, hemos tenido una primavera particularmente lluviosa.
La cabriola de CDC se prolongó en las votaciones correspondientes a las dos vicepresidencias de mesa, que recayeron en personas del PP y C’s respectivamente, en detrimento de PSOE y Podemos, que también aspiraban a ellas. Homs no ha querido argumentar razones ni sinrazones: «El voto es secreto», ha dicho, lo cual tiene la siguiente traducción aproximativa al cheli, esa jerga al alcance de los profanos: “Que cada cual se rasque sus pulgas.”
Brillante estreno de legislatura para Quico Homs, durante años el hombre imprescindible de Artur Mas en la compleja tesitura de llevarle los cafelitos durante las reuniones. Su vocación irreprimible de “xitxarel·lo” (1) en funciones permite pronosticar una legislatura atareada para él, vivida de forma casi permanente en la lanzadera del puente aéreo. En Barcelona discutirá si es preferible la DUI al RUI (2), o a la inversa. En la carrera de San Jerónimo cepillará atentamente las motas que puedan empañar el brillo de los trajes bien cortados del presidente del odiado gobierno español, ya sea este Mariano Rajoy (como es hoy un poco más probable), ya sea otra persona de bien, religiosa, respetable e imprescindiblemente de derechas, si de algo han de servir los ocho votos de su grupetto parlamentario.
 
(1) Un “xitxarel·lo” es, en lengua catalana y en sentido propio, un niño que se las da de persona mayor. El término se utiliza con mucha más frecuencia en un sentido figurado y despectivo sin traducción exacta al cervantino. Podríamos estar hablando de un “mequetrefe” o de un “monicaco”, si a uno y otro término les añadimos una connotación que no poseen de origen, la de “oficioso” y “tiralevitas”.
(2) Para quienes no estén al tanto de la compleja terminología utilizada en el procés catalán, DUI vale por Declaración Unilateral de Independencia, y RUI por Referéndum Unilateral de Independencia. No hay aún consenso sobre cuál de las dos formas habrá de culminar el trayecto ímprobo que todavía está pendiente de recorrer para la definitiva desconexión de España.