domingo, 24 de julio de 2016

EL ACIERTO ALEATORIO DE LOS PRONOSTICADORES


El pueblo llano mantiene intacta la fe en los augures que profetizan el futuro a partir de la lectura de las entrañas de las bestias sacrificadas. A pesar de tantos pronósticos erróneos acumulados a lo largo de la historia, seguimos confiando en expertos que nos predicen la inmediata reactivación de la economía, la creación de millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura, o una cosecha indecible de medallas en las próximas olimpiadas, sin contar a los pulpos Paul que anuncian victorias de la Roja en todos los mundiales de fútbol venideros.
Una medida eficaz para evitar las decepciones comprensibles de un público crédulo y ansioso de buenas noticias sería ordenar la lapidación en la plaza pública de los vendedores de horóscopos fallidos. Dura lex, sí, pero se prevendrían muchas sofoquinas.
Claro que la técnica depurada de los pronosticadores más campanudos es capaz de evitar con habilidad cualquier imponderable enojoso. Dicha técnica consiste en pronosticar al mismo tiempo un suceso y su contrario. Por ejemplo, la bolsa va a subir de forma consistente, en el caso de que consiga mantenerse a salvo de la volatilidad generalizada dimanante de las incertidumbres provocadas por el comportamiento impredecible de las economías asiáticas. Pase lo que pase, luego podrá afirmarse de forma rotunda: «Nosotros ya lo dijimos», como hacía cincuenta años atrás el comentarista deportivo Gilera después de predecir para el partido del domingo la victoria del equipo local o bien la del visitante, sin excluir un pacífico empate entre ambos.
El cuñado de un conocido me aseguró el mes pasado que el Tour iba a ganarlo Erich Fromm.
– Erich Fromm está muerto – argumenté, escéptico.
– Eso crees tú. Más muertos están Valverde y Contador.
Ayer me recordó su pronóstico. «Tenía yo razón, ¿eh?» Aguafiestas como soy, le contesté que el ganador no ha sido Erich Fromm sino Chris Froome. Aquello le dejó sin habla, pero solo por unos segundos.
– Bueno, si vas a contar, he acertado por lo menos el ochenta y cinco por ciento.