domingo, 22 de enero de 2017

EL CLERICALISMO ES PECADO


Antonio Caño y Pablo Ordaz han entrevistado al papa Francisco y publican la conversación en elpais. La lectura merece la pena. Yo creo que tanto para quienes, como yo, nos sentimos unidos a Gabaglio por una corriente de simpatía humana y también de compasión sincera (a pocos nos apetecería estar en su lugar), como para quienes sienten resabios invencibles en relación con la institución que dirige.
Se trata de un papa que, para empezar, confiesa haber dado “patinazos” en el desempeño del cargo. Eso lo humaniza. Sus dos antecesores fueron más bien del bando de los defensores de la infalibilidad. Y se les notaba. La Iglesia tarda en promedio cuatrocientos años en reconocer un error, y cuando lo hace da la sensación de que el reconocimiento es una virtud suya añadida, y no un borrón denunciado y criticado abundantemente desde otros puntos de vista racionales, científicos y filosóficos. Solo ha habido otro cargo (en tiempos pretéritos) con una infalibilidad incorporada comparable – en algunos casos incluso superior – a la del papa: fue el del secretario general de un partido comunista, de cualquiera de ellos. El aura profética de los conducatores quebró con el fiasco de Mijail Gorbachov, y desde entonces los secretarios generales de los partidos comunistas residuales no son nadie, e incluso es de temer que, como en la letra de la conocida ranchera, se den en la intimidad “a la borrachera y a la perdisión”.
Volvamos al papa Francisco. De la jugosa entrevista voy a limitarme a resaltar, en contrapunto, solo cuatro pasajes. Incluyo en este momento un spoiler: el más importante de los cuatro es el último.
1. El arte de la larga cambiada. «Pregunta: ¿Qué le llega de España? ¿Qué le llega en cuanto a la recepción que en España tiene su mensaje, su misión, su trabajo…? Respuesta: Hoy de España me acaban de llegar unos polvorones y un turrón de Jijona que los tengo ahí para convidar a los muchachos.»
Sin comentarios.
2. Los populismos. Gabaglio es del país de Perón, y del subcontinente de Maduro. Y dice: «Es una palabra equívoca porque en América Latina el populismo tiene otro significado. Allí significa el protagonismo de los pueblos, por ejemplo los movimientos populares. Se organizan entre ellos… es otra cosa. Cuando oía populismo acá no entendía mucho, me perdía hasta que me di cuenta de que eran significados distintos según los lugares.»
Comentario: la hiperinflación de los significados de algunos vocablos tiene estas cosas, que con ellos se pretende (des)calificar cosas que no tienen nada que ver entre ellas pero entre las que se supone la existencia de un máximo común divisor, inapreciable en la realidad. La regla higiénica de dar a cada cosa un nombre y tener un nombre para cada cosa aportaría claridad en esta época en que a la mentira se la llama posverdad.
3. La teología de la liberación. «… Fue una cosa positiva en América Latina. Fue condenada por el Vaticano la parte que optó por el análisis marxista de la realidad. El cardenal Ratzinger hizo dos instrucciones cuando era prefecto de la Doctrina de la Fe. Una muy clara sobre el análisis marxista de la realidad. Y la segunda retomando aspectos positivos. La teología de la liberación tuvo aspectos positivos y también tuvo desviaciones, sobre todo en la parte del análisis marxista de la realidad.»
Comentario: una teología de la liberación (intramundana) desconectada del análisis marxista de la realidad es algo difícilmente concebible. En este punto la respuesta de Gabaglio es otra de sus características largas cambiadas, pero curiosamente viene a corroborar algo que él mismo había dicho antes, al referirse a la necesidad de ser concreto y no refugiarse en las “cuevas ideológicas”. Así es como las define, y es una definición muy certera: «Uno siempre está más cómodo en el sistema ideológico que se armó, porque es abstracto.» Puede aplicarse el cuento a sí mismo.
4. El clericalismo es pecado. «El anestesiado no tiene contacto con la gente. Está defendido de la realidad. Y hoy día hay tantas maneras de anestesiarse de la vida cotidiana, ¿no? Y quizás la enfermedad más peligrosa que puede tener un pastor proviene de la anestesia, y es el clericalismo. Yo acá y la gente allá. ¡Vos sos pastor de esa gente! Si vos no cuidás de esa gente, y te dejás cuidar de esa gente, cerrá la puerta y jubílate.»
Comentario: este es el núcleo del mal: “yo acá y la gente allá”. Y sería pueril pensar que el clericalismo es una enfermedad exclusiva de los eclesiásticos. El papa Francisco ha detectado el síntoma maléfico en su propio rebaño, porque es una persona que tiene la virtud de la concreción y de la sinceridad; pero clérigos los hay en todas las organizaciones. Y son los eternamente interesados en poner palos en las ruedas de cualquier intento de cambio. Barra libre: cada cual ponga los ejemplos que prefiera. Hay donde elegir.