En el post de ayer
de esta misma bitácora, se hacía una alusión tangencial a la factura de la luz
y a la pobreza energética, “que mata”. Mata, es fácil de comprender, a las
personas, por desgracia en aumento, que no pueden abonar las cantidades
abusivas que cobran las empresas eléctricas por un servicio público absolutamente
indispensable. Un servicio no relacionado con la calidad de vida, sino con la
vida misma.
No es la única forma
de matar de las empresas de generación eléctrica. Mientras en la mayoría de los
países europeos se están haciendo esfuerzos por reducir las emisiones a la
atmósfera de gases de efecto invernadero, en España durante el año 2015 las
emisiones totales crecieron en un 3,3%, hasta situarse en la cifra de 337
millones de toneladas. Son cifras del Observatorio de la Sostenibilidad, un
instituto independiente, y se refieren a la totalidad de las emisiones, tanto
las procedentes de fuentes fijas (sector industrial y energético) como difusas
(tráfico, hogar, quema de residuos…)
Las culpas no se
concentran en un solo factor, entonces. Pero es posible ahondar más en el
análisis, y entonces resulta que el sector generador de electricidad aumentó
sus emisiones durante el año 2015 en un 17,6%. Mucho más, en consecuencia, que
el porcentaje total de aumento. Si las eléctricas se hubieran ajustado a las
emisiones del año anterior, el descenso en la contaminación habría sido
apreciable.
Es decir, que han
aumentado al mismo tiempo la factura al consumidor y las emisiones que matan al
consumidor. Por la cara. Han puesto todas las trabas posibles, incluida una
imposición desaforada, a las energías alternativas renovables; vetan el
autoconsumo; despliegan una política comunicativa agresiva, y se aseguran de
contar en el gobierno con un ministro de Industria volcado hacia sus intereses
de grupo, llámese este Soria o Nadal. Sus objetivos en relación con la
sostenibilidad económica y con el respeto al medio ambiente se resumen en dos
palabras: “Más pasta”. José María Aznar figura, magníficamente remunerado, en
el consejo de administración de Endesa, la number
one, responsable de la emisión de 33.3 MT de gases en 2015, el 10% del
total. Felipe González está, o estuvo, en el de Gas Natural-Fenosa, tercera en
el ranking de las mayores empresas contaminantes (12,9 MT). Ha declarado que se
fue de allí porque se aburría en las reuniones; podía haber hecho mejores
favores a la comunidad de los españoles, ya que ocupaba un puesto tan
privilegiado, interesándose por los intríngulis de las políticas de la empresa y
oponiéndose en nombre de la ética a determinadas operaciones.
No son los únicos
políticos que levantan rentas sustanciosas de un sector estratégico que fue
privatizado bajo declaraciones de que tal medida incrementaría su eficiencia y
la calidad de su servicio. En esas estamos. La desaforada codicia con la que se
está moviendo todo el sector en la coyuntura actual podría tener que ver con la
Conferencia de París sobre el medio ambiente, sobre los compromisos
internacionales que España ha asumido pero no tiene prisa por implementar, y
sobre la necesidad consecuente de un cambio de política a medio plazo, que será
publicitado en su momento a bombo y platillo, en favor de energías menos
contaminantes que el carbón y los hidrocarburos, y menos peligrosas que la nuclear.
Mientras llega el
momento, el gobierno popular les ha otorgado una especie de moratoria tácita con
permiso para forrarse, tal vez a fin de amortizar por adelantado las futuras
inversiones “sensatas y de sentido común” en las palabras favoritas de nuestro
presidente del gobierno, que se propondrán en algún momento de la actual
legislatura o de la siguiente. Pero ese permiso para forrarse es al mismo
tiempo permiso para matar, al estilo de 007, el agente especial secreto al
servicio de su majestad.
Estas son, para
quien tenga la curiosidad de conocerlas, las diez empresas del Top
Contaminación de 2015, con la cifra de emisiones correspondiente en millones de
toneladas (MT): Endesa, 33,3; Repsol, 13; Gas Natural-Fenosa, 12,9;
Hidrocantábrico, 10,6; ArcelorMittal, 6,4; E.ON, 5,3; Cepsa, 4,8; Cemex, 3,4;
Iberdrola, 2,6, y Cementos Portland, 2,4. En total, las diez son responsables
del 69,4% del total de 95,2 MT de emisiones procedentes de fuentes fijas. Una
performance pavorosa.