martes, 10 de enero de 2017

RODANDO POR LA PENDIENTE


Noticas frescas de Catalunya. Oriol Junqueras se prepara para comunicar a Soraya Sáenz de Santamaría que el referéndum por la independencia de Catalunya es “irrevocable”; la mitad del Parlament sigue trabajando sobre las leyes de desconexión, en riguroso secreto incluso para la otra mitad del Parlament; y dentro de esa mitad “procesista” que está en el ajo, Anna Gabriel (CUP) ha contado en confidencia delante de los micrófonos a Pablo Iglesias que los de Junts pel Sí les tienen acorralados y han puesto en marcha la apisonadora para triturarlos. El fatal evento ocurrirá cualquier día de estos.
Hay de pronto muchas novedades en Catalunya, si bien no referidas al tema del referéndum y la desconexión, que sigue sensiblemente igual que estaba a pesar de la política de gestos, sino a una eventualidad distinta. Ha sido Xavier Doménech quien ha destapado la caja de los truenos al demandar la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas. Su petición ha tenido un efecto dominó curioso: Carles Puigdemont, el actual titular, ha declinado ser candidato a la presidencia de la Generalitat, y Neus Munté tampoco se anima, mientras que Artur Mas y Carme Forcadell parecen moverse en ese terreno movedizo conocido en el reglamento del fútbol como “offside”, con hipotéticos juicios gravitando sobre sus cabezas. ¿Alguien ha pensado en la posibilidad de Raül Romeva como cabeza de lista?
Por su parte, Esquerra podría reafirmarse como opción en solitario, con el viento de las encuestas a favor, y el equipo colorado, tutelado por la alcaldesa Ada Colau, ha inscrito ya en el registro el nombre de un nuevo partido, “Comuns”, pendiente aún de la aprobación de todos los numerosos socios.
Las fuerzas liberales catalanas, un sector de opinión siempre boyante, también se han descolgado con nuevas ofertas preelectorales diferenciadas del PDECat, en un acto en el Ateneu de Barcelona.
Salvo que el sector no se plantea una nueva formación, sino dos. Una, Col·lectiu Catalans Lliures, es favorable al procès; la otra, Moviment Lliures, contraria. El portavoz de esta segunda opción, Roger Muntañola, que se define como “liberal realista”, ha calificado el sueño de la independencia unilateral como una «tomadura de pelo». «Se confunde el deseo con la realidad. Se está engañando a mucha gente», ha afirmado Muntañola, que fue en tiempos diputado por CiU.
En una evocación emparentada con los más acreditados cómics de ciencia-ficción, Guillem Laporta, de Moviment Lliures, describió las consecuencias de una declaración unilateral de independencia: la ciudadanía movilizada organizándose para expulsar de territorio catalán a las autoridades españolas, tomando el aeropuerto del Prat, cortando las autopistas y protegiendo con cordones humanos las sedes de las instituciones catalanas. La revolución, en una palabra. El moderador del acto, Pau Miserachs, solo consiguió añadir más ciencia-ficción en su intento de restablecer el seny: afirmó que tal cosa no ocurriría porque Naciones Unidas tomaría medidas contra el Estado español por no respetar el derecho de autodeterminación de Catalunya.
Si los nuevos liberales ruedan de ese modo por la pendiente del despropósito, ¿qué será a corto plazo de algunas de nuestras más bellas tradiciones? La efervescencia provocada por la posible inminencia de una nueva contienda electoral no debería hacer descarrilar las neuronas liberal-realistas hasta ese punto. Al fin y al cabo, ya llevamos unas cuantas elecciones y consultas en el zurrón, en los últimos tiempos. La experiencia no tendría que tomar a nadie de nuevas.