Noticas frescas de
Catalunya. Oriol Junqueras se prepara para comunicar a Soraya Sáenz de
Santamaría que el referéndum por la independencia de Catalunya es “irrevocable”;
la mitad del Parlament sigue trabajando sobre las leyes de desconexión, en riguroso
secreto incluso para la otra mitad del Parlament; y dentro de esa mitad “procesista”
que está en el ajo, Anna Gabriel (CUP) ha contado en confidencia delante de los
micrófonos a Pablo Iglesias que los de Junts pel Sí les tienen acorralados y han
puesto en marcha la apisonadora para triturarlos. El fatal evento ocurrirá
cualquier día de estos.
Hay de pronto muchas
novedades en Catalunya, si bien no referidas al tema del referéndum y la
desconexión, que sigue sensiblemente igual que estaba a pesar de la política de
gestos, sino a una eventualidad distinta. Ha sido Xavier Doménech quien ha destapado
la caja de los truenos al demandar la convocatoria de nuevas elecciones
autonómicas. Su petición ha tenido un efecto dominó curioso: Carles Puigdemont,
el actual titular, ha declinado ser candidato a la presidencia de la
Generalitat, y Neus Munté tampoco se anima, mientras que Artur Mas y Carme Forcadell parecen
moverse en ese terreno movedizo conocido en el reglamento del fútbol como “offside”,
con hipotéticos juicios gravitando sobre sus cabezas. ¿Alguien ha pensado en la posibilidad de Raül Romeva como cabeza de lista?
Por su parte, Esquerra podría reafirmarse como opción en solitario, con el viento de las encuestas a favor, y el equipo colorado, tutelado por la alcaldesa Ada Colau, ha inscrito ya en el registro el nombre de un nuevo partido, “Comuns”, pendiente aún de la aprobación de todos los numerosos socios.
Por su parte, Esquerra podría reafirmarse como opción en solitario, con el viento de las encuestas a favor, y el equipo colorado, tutelado por la alcaldesa Ada Colau, ha inscrito ya en el registro el nombre de un nuevo partido, “Comuns”, pendiente aún de la aprobación de todos los numerosos socios.
Las fuerzas
liberales catalanas, un sector de opinión siempre boyante, también se han
descolgado con nuevas ofertas preelectorales diferenciadas del PDECat, en un
acto en el Ateneu de Barcelona.
Salvo que el sector
no se plantea una nueva formación, sino dos. Una, Col·lectiu Catalans Lliures, es
favorable al procès; la otra,
Moviment Lliures, contraria. El portavoz de esta segunda opción, Roger
Muntañola, que se define como “liberal realista”, ha calificado el sueño de la
independencia unilateral como una «tomadura de pelo». «Se confunde el deseo con
la realidad. Se está engañando a mucha gente», ha afirmado Muntañola, que fue en
tiempos diputado por CiU.
En una evocación emparentada
con los más acreditados cómics de ciencia-ficción, Guillem Laporta, de Moviment
Lliures, describió las consecuencias de una declaración unilateral de
independencia: la ciudadanía movilizada organizándose para expulsar de
territorio catalán a las autoridades españolas, tomando el aeropuerto del Prat,
cortando las autopistas y protegiendo con cordones humanos las sedes de las
instituciones catalanas. La revolución, en una palabra. El moderador del acto,
Pau Miserachs, solo consiguió añadir más ciencia-ficción en su intento de
restablecer el seny: afirmó que tal
cosa no ocurriría porque Naciones Unidas tomaría medidas contra el Estado
español por no respetar el derecho de autodeterminación de Catalunya.
Si los nuevos
liberales ruedan de ese modo por la pendiente del despropósito, ¿qué será a
corto plazo de algunas de nuestras más bellas tradiciones? La efervescencia
provocada por la posible inminencia de una nueva contienda electoral no debería
hacer descarrilar las neuronas liberal-realistas hasta ese punto. Al fin y al cabo,
ya llevamos unas cuantas elecciones y consultas en el zurrón, en los últimos
tiempos. La experiencia no tendría que tomar a nadie de nuevas.