martes, 17 de enero de 2017

VIEJA GRAN POLÍTICA Y "PEQUEÑA" POLÍTICA DE CAMBIO


«A mí cuando me preguntan “¿te vas a presentar a la Generalitat, al Estado?”, les digo que eso es vieja política, que no traten al municipalismo como si fuera algo menor. En el mainstream sí, mira los programas de prime time: nadie habla de política municipal, todo es estatal. Absolutamente todo y, a veces, de bajísimo nivel.»
Son palabras de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, en la entrevista que Soledad Gallego-Díaz y Guillem Martínez le hicieron para CTXT.
En otras palabras: no es solo que en el mainstream se considere la política de estado como la “única” política de la que vale la pena preocuparse; es que además, el nivel de esa política suele ser bajísimo. Lo dice Colau, pero además la constatación es fácil: las recetas políticas del PP se basan en una apelación pedestre al “sentido común” y en el no muy cuidadoso barrido de la porquería generada para ocultarla debajo de cualquier alfombra; las del PSOE, en la grandilocuencia para tapar la necesidad penosa de optar entre el seguidismo y el desconcierto; la aparición de Podemos no ha elevado en absoluto el nivel de las propuestas, bien porque desea reservar su estrategia o bien porque no la tiene; y Ciudadanos ha rebajado aún más, si cabe, el nivel del debate al ofrecerse para lo que haga falta como comodín de conveniencia del poder fáctico fundamental.
Donde las cosas están cambiando de verdad es en los ámbitos que, por tener un rango oficial inferior al del estado, son desdeñados desde la óptica de una gran política totalizadora: fundamentalmente, en las grandes ciudades. Nadie aprecia demasiado esos cambios y sin embargo, como recuerda Colau en la entrevista aludida, el 80% de los ciudadanos viven en las áreas metropolitanas de las grandes ciudades, y es allí donde se concentran los problemas principales de la política: el trabajo, la vivienda, la salud, el medio ambiente, la educación.
La idea de que es necesario ocupar el podio del estado para desde allí hacerse cargo con solvencia de los problemas etiquetados como “menores”, es tan solo un resabio de la vieja política, el más pertinaz y el más peligroso. El PSOE se ha lanzado a arrebatar a los agentes sociales la negociación con el gobierno sobre las subidas salariales, la situación de las pensiones y la renta mínima de inserción. Ha sido un error grave porque ha taponado desde arriba, en nombre de una visión de estado, lo que se está pugnando por consensuar y consolidar desde abajo. Un ejercicio de sustitución de los protagonismos naturales, un mal servicio a la ciudadanía a la que el PSOE pretende representar, pero sin contar con ella.
Tómenlo como un axioma o simplemente como una conjetura: el Cambio con mayúsculas se concretará a partir de pequeños cambios acumulados en la vida de todos los días; y en consecuencia, va a llegar primero a la sociedad que al gobierno. Nunca sucederá a la inversa; o no de una manera estable y positiva. Es más fácil, en ese sentido, que aparezca un Trump por el camino y rompa la baraja.